En invierno nuestros labios sufren mucho más. El frío y el viento hacen que se resequen. ¿Qué tal unas pautas para cuidarlos y que los sientas cómodos y estén bonitos?
La piel de los labios es muy fina y, por ello se aprecian los vasos sanguíneos. En los labios no hay melanina, por lo que están expuestos a los rayos del Sol. Tampoco poseen glándulas sebáceas ni sudoríparas, lo que hace que no estén protegidos por el manto hidrolipídico de la piel que cubre todo el cuerpo.
Claro, con todas estas características es muy fácil que se resequen, se agrieten e incluso aparezcan unas pielecillas que escuecen si se te ocurre arrancártelas.
Con los labios besamos, comemos, sonreímos, y sentir tirantez o escozor en ellos, lo que llamamos tener los “labios cortados” es una sensación incómoda. Ante esto, lo que solemos hacer es querer lubricarlos con saliva. Y no, eso no se hace, aunque es verdad que te entran unas tremendas ganas de lamerte los labios para sentirlos hidratados y nada más lejos de la realidad: la saliva no ayuda a hidratar los labios sino que los resecan más porque al secarse ese líquido también se escapa esa poca hidratación.
¿Por qué se resecan los labios?
Tanto el frío como el calor son malos compañeros de viaje de nuestros labios. El frío hace estragos, pero los rayos del Sol también originan lesiones si no los protegemos adecuadamente.
Y lo que seguro que ni te imaginas es que la deshidratación es una de las causas de los labios resecos. Si no bebes suficiente agua, la piel tiende a perder elasticidad y como consecuencia se agrietan los labios.
En ocasiones, la falta de vitaminas, el tabaco o algún medicamento pueden ser los causantes de esa pérdida de jugosidad en los labios; incluso alguna enfermedad es la causante de esa sequedad labial.
¿Cuáles son las soluciones?
Hidratar es la palabra mágica, pero no es la única. Un protector labial es fundamental para evitar sequedades, grietas y pellejitos, y, sobre todo, que contenga un protector solar de 15, como mínimo.
Además, es conveniente exfoliar los labios una vez cada dos semanas (en el mercado hay marcas muy buenas), y volver a hidratarlos con algún bálsamo o aceite para protegerlos también.
Y que no se te olvide desmaquillarlos por la noche, al igual que lo haces con los ojos o con el resto de la cara y el cuello. La limpieza es fundamental para que no se quede ninguna suciedad que pueda provocar más sequedad.
Todos estos consejos valen tanto para invierno como para verano. Así que, haz como yo: la barra de protector labial o cacao, al bolso. Así siempre lo tendrás a mano.