Las etiquetas de los cosméticos son complicadas. Si quieres saber qué lleva una crema, descubrirás que sus ingredientes son un galimatías. Aprender a descifrarlos nos ayuda a saber qué estamos utilizando.
El problema de las etiquetas de los cosméticos es que siguen el sistema INCI. Son las siglas de International Nomenclature of Cosmetics Ingredients. O, en castellano, Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos. Este sistema pone nombre a aceites, pigmentos, químicos, ceras y restos de ingredientes cosméticos. El problema es que utiliza sus denominaciones científicas o incluso otras lenguas, sobre todo latín e inglés. Ahí es nada.
Etiquetas de los cosméticos: por dónde empezar
Para empezar, debes saber que las etiquetas de los cosméticos (con toda una normativa al respecto que se debe cumplir) reflejan los ingredientes que llevan los productos en cuestión, ordenados de mayor a menor cantidad en su formulación. Es decir, que si tu crema contiene sobre todo agua, esta deberá ir la primera en la lista. Solo que no pondrá agua, sino AQUA.
El último ingrediente que figure en la lista será el que esté en menor concentración. Por eso es importante leer las etiquetas de los cosméticos. Porque a veces nos sorprenderá conocer que, en una loción corporal que se vende como “enriquecida con manteca de karité”, este ingrediente figura el último en el listado que aparece en el etiquetado. Efectivamente la crema lo lleva. No es incorrecto decir que está “enriquecida”. Pero dista de ser el elemento principal en su formulación.
Y no se trata solo de conocer qué es lo que estamos aplicando sobre nuestro cuerpo. Saber si esas sustancias son o no nocivas, para nosotros o para el medio ambiente, es importante.
Cómo traducir los ingredientes
Traducir las etiquetas de los cosméticos es difícil. Estos son algunos ejemplos más de ingredientes habituales en nuestros productos de aseo:
- Vitamina E: Tocopherol
- Manteca de Karité: Butyrospermum Parkii
- Gel de hoja de Aloe vera: Aloe Barbadensis Leaf Juice
- Aceite del árbol del té: Melaleuca Alternifolia Leaf Oil
- Aceite de flor de camomila: Anthemis Nobilis Flower Oil
- Aceite saponificado de coco: Sodium Cocoate.
Si con estos ejemplos estás a punto de tirar la toalla, no lo hagas. Te traemos la solución, si no estás dispuesta a aprender latín y el inglés nunca ha sido tu fuerte. Se trata de una app gratuita, que se llama Ingred. “Te la puedes descargar, haces una foto a los cosméticos y te advierte de esas sustancias que son peligrosas para la salud física y ambiental”, explica Brenda Chávez, periodista y escritora, autora de “Al borde de un ataque de compras”.
Otro recurso es una guía de bolsillo de la Red Ecoestética (descargable desde su web). La puedes imprimir y llevar en el bolso las páginas principales, de modo que podrás conocer con facilidad las sustancias que vienen en los INCIS.
Cuidado con los productos supuestamente naturales
Una de las utilidades del INCI es, como decíamos, evitar que nos den gato por liebre. En la actualidad hay una tendencia importante que prima la cosmética natural. Y al amparo de esta corriente han aparecido muchas firmas que dicen trabajar con productos supuestamente naturales. Y a veces agarramos el champú de la balda del supermercado y nos lo llevamos a casa tan contentas, pensando que así es. El etiquetado nos servirá para saber hasta qué punto es cierto.
“A veces te dicen que no tienen parabenos, pero te pones a leer el INCI y de repente ves que efectivamente no los llevan, pero sí otros productos no naturales como derivados del petróleo, sustancias irritantes, disruptores hormonales, etc”, concluye Chávez.