7 de cada 10 mujeres reconocen haber fingido el orgasmo alguna vez, según una encuesta del portal de citas JOYclub. Nos colamos ‘entre bambalinas’ para desvelar las razones de tanto teatro.
El proceso de cortejo está lleno de simas, valles y cumbres. ‘Llegar’ al pico del orgasmo puede ser una obsesión para muchas parejas (heterosexuales, en este caso). ¿Las razones? Esencialmente, la presión que se autoimponen ambos sexos por complacerse mutuamente. Según arrojan los datos de la encuesta de JOYclub, los hombres no sienten que la relación sea del todo plena si no consiguen que su pareja alcance el clímax. A su vez, las mujeres fingen para tranquilizar a sus partenaires o bien para dar por finalizado un acto que les aburre. Da para reflexionar.
La hembra humana es el único mamífero que dispone de un ‘accesorio’ destinado únicamente al placer. El clítoris. No sirve para mingitar, ni para ninguna otra función excretora o que sirva a las necesidades de otro ser. Es un regalo de la naturaleza, quiero pensar que una compensación ‘divina’ por habernos cargado con el peso de la reproducción y la crianza. Gracias a quien haya que agradecerle.
El hecho, atendiendo a estas características anatómicas, es que el orgasmo femenino parece ser una cuestión de técnica. Y, por supuesto, de autoconocimiento y de práctica solitaria. La mayoría de mujeres declara ser más propensa a alcanzar el orgasmo si añade la cuestión táctil a la penetración, aunque, como asegura la sexóloga Adriana Royo en “Falos y falacias”, todas las mujeres son capaces de correrse por vía vaginal si se le dedica el suficiente ‘poder mental’.
En el sexo, el cerebro es la pieza clave. Es muy probable que hayas escuchado esto alguna vez. Así como la comunicación y la confianza con tu pareja, el estar a gusto y poder pedir cosas sin miedo a que el otro se sienta ofendido o despreciado. El falo, por sí solo, no lo puede todo, aunque muchos hombres piensen que sí y se amohínen cuando creen que no satisfacen a sus compañeras sexuales. Lo más saludable es que el orgasmo no se convierta en una obsesión, puesto que no es una conquista, sino un posible desenlace -que se puede conseguir de muchas maneras-.
Recuerda que toda historia tiene un principio, un meollo y un final, y todos los pasos son igual de importantes.