Limpieza facial ¿con agua fría o caliente? ¿Te lo has planteado alguna vez? Atención: este detalle podría ser tan importante como el producto que emplees.
Siempre se ha dicho que el agua fría es un cosmético natural. Y es cierto que tonifica los tejidos al ejercer una ligera (o poderosa) contracción de los músculos, pero ¿realmente ayuda a retirar la suciedad en la limpieza facial?
Según nos cuenta Raquel González, directora técnica de Perricone MD en España, “La suciedad siempre se elimina mejor cuando el agua está más caliente, porque la temperatura hace que se retire con mayor facilidad. Sin embargo, no usaremos agua completamente caliente en el rostro, puesto que tampoco resulta beneficiosa. Una temperatura de aproximadamente 30ºC es la ideal para limpiar en profundidad al tiempo que mantenemos equilibrados los niveles de nuestra piel para que se mantenga saludable”.
30º, ¡grado arriba, grado abajo! Algo que te resulte agradable al tacto, puedes tomar como referencia tu temperatura corporal de 36,5 aproximadamente.
Si te encanta el agua caliente, ten en cuenta que con ella provocarás una vasodilatación excesiva con la que “corremos el riesgo de eliminar aceites naturales y nutrientes que la piel necesita para una salud óptima, produciendo una posible deshidratación e incluso la aparición de hipersensibilidad”, nos explica Elisabeth de Gregorio desde Medik8.
En el equilibrio encontraremos la virtud. También deberíamos evitar el agua fría como ‘herramienta’ de lavado facial puesto “el agua fría endurece la suciedad y hace que sea más difícil desprenderla del tejido”, asegura Estefanía Nieto desde Omorovizca. Ojo: en zonas localizadas y en modo frío extremo (por ejemplo, con un hielo), sí es interesante. Pero porque no hablamos de limpiar, sino de estimular la circulación para mitigar hinchazones, un truco más viejo que el comer que últimamente ha abanderado Bella Hadid -con el esperable éxito de masas- en su cuenta de Instagram.
Lo más sensato, si te animas a ponerte la cara ‘on the rocks’, es envolver el hielo en un paño para que no se pegue a la piel y no te lleves un susto desagradable. El frío, nos cuenta la maquilladora Cristina Lobato, “ayuda a redefinir el poro y a atenuar su presencia en el rostro, por lo que nuestra piel tendrá un aspecto más liso y definido, perfecto para aplicar el maquillaje”.