Hidrata, refresca, no engorda y es rico en vitaminas y minerales. ¿Qué más quieres? ¡Come gazpacho!

La sopa entre las sopas de verano. No hay casa en la que el gazpacho no sea uno de los fijos de la semana. El gazpacho es uno de los platos más reconocidos de la gastronomía española a nivel mundial, además de ser uno de los principales abanderados de una de las dietas más sanas del mundo, la mediterránea. Esta conocida “sopa fría” forma parte de la tradición gastronómica española, sobre todo de Andalucía, y se consume especialmente en verano por su carácter fresco, hidratante y saludable.

De sopa de campesinos ha pasado a ser plato de alcurnia y ya no sólo se hace el gazpacho con los ingredientes habituales, ahora hay gazpachos de cerezas, de espárragos y de lo que se te antoje.

Verduras Gazpacho

Logga Wiggler, Krzysztof Jaracz y Jenő Szabó en Pixabay.

Tomates, pimientos, pepinos, aceite de oliva, vinagre, ajo y sal: así se hace la versión más conocida del gazpacho, aunque el primero de todos, el que alimentaba a los campesinos andaluces estaba desprovisto de verduras y únicamente estaba compuesto de pan desmigado, aceite de oliva y vinagre. Esa comida “de pobres” ha saltado a las cocinas más lujosas y hasta Michelle Obama sirvió gazpacho en la reunión de primeras damas durante la Cumbre del G8 en 2012 aunque ya lo sirvió Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón en el siglo XIX.

De esta sopa fría, que se dio a conocer internacionalmente con el despegue del turismo en España allá por los años 60 del siglo pasado, se ha dicho que aporta grandes cantidades de vitamina C por el pimiento y que representa una parte importante de la ingesta diaria recomendada de fósforo, calcio, magnesio y zinc, además de hierro, potasio y cobre.

Controla naturalmente la presión arterial. Si ya había estudios que afirmaban que tomar, por separado, tomate, pepino, pimiento, ajo o aceite de oliva regulaba la tensión, con más razón ahora que los resultados de un estudio realizado en la Universidad de Barcelona hace media docena de años describe que “la presión arterial de los consumidores de gazpacho es inferior a la de los no consumidores, posiblemente porque los componentes bioactivos del gazpacho contrarrestan el posible efecto del consumo de sal”.

También dicen de él que es anticancerígeno, entendiéndolo como que puede hacer ese efecto gracias al poder de las verduras que contiene. Hace unos días se ha sabido que un grupo de investigadores de las universidades de Granada y Almería han demostrado la actividad antitumoral frente al cáncer de colon. Menudo notición porque estos científicos han demostrado que el crecimiento de las células del cáncer de colon se interrumpe cuando se las expone al gazpacho, no a sus ingredientes sino al total de la sopa fría mediterránea. El trabajo está en fase preclínica pero ya se ha publicado en una revista científica de prestigio.

Se le cataloga además como un buen regulador digestivo. Este beneficio se debe a su aporte de fibra que, mezclada con el agua, combate el estreñimiento.

Es una importante fuente de energía por la combinación de fibra, minerales, vitaminas y además, ayuda a bajar de peso, ya que aporta muchos nutrientes, no contiene grasas nocivas y es saciante.

gazpacho

Steve Buissinne, para Pixabay.

Y el ajo -muy a pesar de Victoria Beckham cuando dijo que España olía a esta planta- que posee grandes propiedades, como que es un magnífico vasodilatador que mejora la circulación de la sangre y un potente antioxidante.

¿Qué más le puedes pedir al gazpacho? Le puedes añadir tantos ingredientes –remolacha, zanahoria y hasta cerezas- que con unos cuantas productos que tengas en la nevera haces un plato cada día.

Y a ti, ¿cómo te gusta el gazpacho?