Cada uno de los compañeros de Iveco que compartió su vídeo íntimo es culpable de su muerte.
Hoy, 8 de junio, en nuestro día para la reivindicación feminista en Belleza Pura, quiero acordarme del asesinato de Verónica, la joven trabajadora de Iveco a la que mató la falta de escrúpulos de sus compañeros que reenviaron sin piedad una y otra vez el maldito vídeo.
Un nuevo hecho, otro más, que sumar a la larga lista de sucesos intolerables salpicados de machismo y que lejos de hacernos inmunes, encienden más la mecha y nos cargan de motivos para la indignación. Una nueva gota que colma nuestro vaso repleto de injusticias contra las mujeres. Un terrible acontecimiento que nos une más como género femenino, que nos hace sentirnos más cerca.
Verónica se suicidó después de que circulara entre sus compañeros de trabajo un vídeo íntimo suyo de hace 5 años. ¿Cómo tenía que sentirse para llegar a ese extremo?, ¿es que nadie pudo hacer nada para parar el asunto? La empresa lo consideró un “tema personal” y sus compañeros no hicieron nada para frenarlo e impedir que llegara a su familia. Lo de Verónica fue un asesinato, la mataron todos los que reenviaban el vídeo y los que no hicieron nada para impedirlo.
Porque como dice Fran Rivera, “un hombre no puede tener un vídeo así y no enviarlo”, porque como ha escuchado en estos días a hombres, y también mujeres de mi entorno, “es que ya le vale, grabar un vídeo así”, “es que claro, si te grabas en esa situación, tienes que pensar en las consecuencias”. Frases con el mismo tufillo de otras como “es que ya le vale irse sola con 5 tíos”, que respiran machismo por todos los poros. Sí, aunque ellos –y ellas- no lo crean siguen teniendo –y seguimos teniendo como sociedad- un pensamiento machista latente que va a ser muy difícil que nos lo sacudamos de encima de una maldita vez.
Y hablo también de mujeres. Porque con toda probabilidad las hubo entre los que dieron a reenviar el vídeo, por morbo, por cotillero, porque a lo mejor se llevaban mal con ella, por vaya usted a saber qué motivos. Por eso también este suceso tiene que ser una llamada al género femenino, a la necesidad de hacer grupo, piña, de defendernos las unas a las otras por encima de todo, de respetarnos aunque pensemos o sintamos distinto, a cuidarnos…
Aún vivimos en una sociedad en la que en primer término, la culpa es de la mujer: por llevar falda, por provocar, por disfrutar de la sexualidad sin complejos… Vivimos en una sociedad en la que muchos hombres –la mayoría- siguen sin hacer examen de conciencia y plantarse en el grupo de whatsapp de los colegas cuando otro amigo manda un vídeo denigrante contra una mujer, de esos que se mandan, a mansalva cada día. En el que son pocos los hombres que dejan de reírse cuando alguno cuenta una gracia o un chiste machista… El día en el que sean mayoría los que se planten, algo estará cambiando de verdad y el asesinato de Verónica habrá servido para algo.