De aquí nadie se va sin cantar un blues.
El trastorno afectivo estacional (SAD, según sus siglas en inglés; también conocido por ahí como winter blues), es eso que notas cuando se alargan las noches, arrecia el frío y el sol se esfuerza por asomar entre negros nubarrones. Es muy común sentirse decaído, irritable y letárgico cuando el invierno se manifiesta en toda su crudeza y, para algunas personas, la situación puede ser debilitante y grave.
Por harto común que resulte –que levante la mano quien no se haya dado por aludido, siquiera ligeramente-, la causa raíz del trastorno afectivo estacional aún es objeto de debate. Algunas teorías apuntan a la hipótesis de latitud; en cuyo caso el SAD se desencadenaría por la menor exposición a la luz solar propia del invierno, y azotaría con más fuerza a los países más alejados del ecuador, como Islandia. Otra teoría, vagamente parecida pero que añade matices, sugiere que este trastorno sucede porque nuestro ritmo circadiano se interrumpe a medida que los días se acortan.
Algunas voces sugieren que el trastorno afectivo estacional se debe a un desequilibrio en el cuerpo entre la serotonina y la melatonina. La serotonina, una de las hormonas de la felicidad, nos hace sentir energía mientras que la liberación de melatonina incita al sueño. Durante el invierno, algunas personas con tendencia genética pueden producir demasiada melatonina, lo que conduce a esa sensación plomiza de depresión y letargia.
Sea cual sea la causa, lo que están claros son los síntomas. Y también algunos de los paliativos a los que se pueden recurrir mientras vamos pasando pacientemente las hojas del calendario.
Salir a caminar los días que hace sol es uno de ellos. Simple, efectivo y gratis. Si esto no funciona, también ayuda la ‘fototerapia’, que consiste en sentarse a diario frente a una caja de luz durante una hora.
Consulta a tu médico la posibilidad de tomar un suplemento de vitamina D o de Omega 3; en invierno generas menos vitamina D de manera natural y además ambas sustancias afectan positivamente al estado de ánimo –entre otros efectos beneficiosos- y probablemente notes mejoría.
Y ármate de paciencia. Cada día nos acerca un poco más a la primavera.