Encontrar un ‘buen’ desodorante puede convertirse en la búsqueda del Arca Perdida.
Tenemos que reconocerlo: desde que nos hemos puesto las gafas de leer letra pequeña y sabemos separar el aluminio de la paja, comprar un artículo de aseo personal sencillito como un desodorante se ha vuelto tan complicado como una clase de biología avanzada.
En los lineales de los supermercados se amontan pequeños botecitos de colores pastel que prometen el oro y el moro en cuestiones de desodorización durante horas y horas, pero ¡ah! cuando una pone en práctica lo aprendido en los medios especializados y entiende lo que realmente llevan, es cuando le entran los sudores fríos (y probablemente cargados de malolientes hormonas de estrés). La información es clave, pero también interpretar adecuadamente, identificar a nuestros ‘enemigos’ y saber dónde comprar (la farmacia siempre te dará un punto de partida más atinado). Te damos algunas claves para elegir un desodorante saludable sin que venga acompañado de un dolor de cabeza.
- Lo natural no es que sea mejor per se, pero es preferible evitar ciertos compuestos químicos. Sobre todo, las sales de aluminio.
¿Cómo reaccionar ante las sales de aluminio? No es exagerado gritar Vade retro mientras te persignas con gotas de sudor resbalando sobre tu frente y sacas un crucifijo. La absorción sistémica en la axila es bestial, y el aluminio tiene un impacto negativo en la salud (hay estudios muy fiables que lo relacionan con el cáncer de mama). Además, tapona las glándulas sudoríparas e impide que funcionen con normalidad, inhibiendo la capacidad de la piel de eliminar toxinas. En las etiquetas de los desodorantes convencionales, lo reconocerás por el sufijo –alum. Déjalo tranquilamente en el estante sin montar escándalos y a otra cosa, mariposa. Si buscas un desodorante etiquetado como natural, será más fácil cribar este compuesto.
- Evita los parabenos.
Cumplen su función como conservantes, eso es innegable, pero también lo es que varios estudios los relacionen con el cáncer. En las firmas naturales no tienen cabida, ni tampoco en muchas otras convencionales. Haz del ‘paraben free’ tu nueva religión.
- Busca un desodorante que trate la causa raíz del mal olor.
Créeme: cualquier firma que consiga esa gesta estará tan orgullosa de ello que no ahorrará espacio en el bote para contártelo. La idea es que capture la humedad y el mal olor evitando la proliferación de bacterias, levaduras y hongos que lo promueven. Si además incluye tecnología prebiótica además de antibacteriana, has dado con tu desodorante.
- Ojito con las fragancias químicas.
Los compuestos de estos aromas se van a acumulando en el cuerpo sin ser eliminados y, a la larga y en función del químico en sí, podrían ser perjudiciales por ser disruptivos hormonales y/o causar alergias.