La meditación te puede dar superpoderes… ¡y si no mira a David Lynch!
Meditar, meditar. El verbo de moda entre señeros círculos de creadores, como el mencionado cineasta, Lena Dunham, Madonna, Katy Perry o Martin Scorsese.
Cualquiera diría que meditar es como beberse un batido de Kale con espirulina tras cascarse un circuito de yoguilates en gravedad cero, una de esas actividades que posiblemente sean ‘buenas’ para una pero a las que rodea cierto halo de extravagancia y de publicidad chusca que las abarata. Sobre todo cuando, además, resulta que se comercializa como la fórmula crecepelos.
Meditar es gratis, sin embargo. Y a pesar de los múltiples negocios que te la venden en forma de retiros, talleres y charlas. No demasiado fácil, aseguran quienes lo practican y practican hasta alcanzar la maestría en la técnica. Control (y poder) mental, de eso va la cosa.
Focalizarse en las ventajas siempre ayuda a emprender el camino. Oigan, no se sientan mal por querer saber en qué les va a beneficiar eso de tomarse tiempo para ustedes mismos y hacer ejercicios mentales dirigidos. Meditar es bueno, buenísimo, lo digo yo y lo dice, ¡ja!, David Lynch desde su muy rentable trademark ‘meditación trascendental’. Ya sólo nos queda aprender a hacerlo sin dejarnos un ojo de la cara.
- Te ayuda a estar en el aquí y ahora. Algo francamente útil dada la cantidad de ruido y estímulos a los que estamos expuestos y que tan distractores resultan. Estar con todos los sentidos en lo que te rodea, ¿te imaginas?
- Ayuda contra los trastornos. Meditar te ayuda a conocerte mejor y a controlar tus emociones. Incluso a encontrar la causa raíz que las provoca, siendo una de las herramientas que emplean médicos y psicoterapeutas para evitar antidepresivos y ansiolíticos.
- Desarrolla un súper cerebro. No es que te vaya a convertir en Stephen Hawkin, pero sí consigue aumentar los niveles de atención, concentración y memoria. Es como entrenar el cerebro y enlentecer, de paso, su proceso de envejecimiento. Además, ayuda a calmar la mente, mejora la calidad del sueño y favorece la creatividad como interesante efecto secundario de tanta paz de espíritu.
- Hace que sientas más amor. Dado que ayuda a comprender las emociones, naturalmente te deriva a ser más empática y más resistente ante la adversidad.
- Incrementa la felicidad. La meditación te hace sentir bien, satisfecha contigo misma. Los estudios aseguran que fortalece el sistema inmunológico y que reduce la inflamación.
Apetecible, ¿no? Ojo, aunque no sepas sentarte en la postura del loto, puedes meditar. No te dejes llevar por lo que rodea a la meditación, no está ligada a ninguna creencia religiosa ni a un estilo de vida concreto. No tienes que hacerte vegana o empezar a coserte tu propia ropa. Simplemente es un aprendizaje tipo el cálculo mental.