Amy Winehouse lo tenía todo: cantaba como los ángeles, tenía fama, dinero… No parecía que le faltase nada y sin embargo, un trastorno alimentario unido a un problema de alcohol y drogas acabó con su vida. A la vista está cómo era Amy y cómo terminó su vida. En España, se calcula que entre la población adolescente existe una prevalencia en trastornos alimentarios de alrededor del 4,1% al 4,5%.
Con estos datos en la mano, es curioso señalar que entre la misma edad los casos de sobrepeso están en torno al 20% y cerca del 12% de los niños españoles manifiestan haber sufrido bullying o acoso, muchas veces derivado del sobrepeso.
La pregunta es obvia: ¿los jóvenes que sufren sobrepeso y bullying son más propensos a padecer trastornos alimentarios? La respuesta no es sencilla; es muy complicada y tras esos trastornos alimentarios hay problemas serios con la comida y con el entorno que hay que solucionar desde el mismo momento de los primeros indicios.
Afortunadamente, estos problemas están saliendo a la luz y ya existe mucha más información que hace unos años, aunque también es verdad que estos trastornos alimentarios han aumentado en los países desarrollados en el último medio siglo. No obstante, no es una enfermedad nueva aunque ahora sea más habitual. La primera noticia que se tiene de ella fue en 1689, cuando el doctor Richard Morton, médico londinense hizo su primera descripción clínica de la anorexia nerviosa a la que llamó Consumición nerviosa
La primera vez que oí hablar de anorexia estaba justamente preparando un reportaje sobre esa negra enfermedad. No tenía ni idea de qué demonios era aquello y fue cuando vi por primera vez una joven de unos 14 años en la cama de un hospital con unos 27 kilos de peso. Con todos los años que han pasado no olvido esa imagen; como tampoco olvido que, a raíz de ese reportaje, una familia de Guadalajara se puso en contacto con nosotros para pedirnos información sobre esa enfermedad. Su hija tenía los mismos síntomas. Estaba literalmente en los huesos. Tuvo la inmensa suerte de conocer y ser tratada en el Hospital del Niño Jesús, de Madrid (uno de los centros más importantes de Europa donde se trata este mal) donde el equipo del doctor Gonzalo Morandé (ya jubilado) trataba esta enfermedad. Casi un año después volví a ver a esta niña, al fina recuperada. No os podéis imaginar la alegría que sentimos, que sentí, al verla con más kilos y con alegría.
Es efectivamente la familia quien detecta unos comportamientos extraños en sus hijas (es más frecuente en chicas que en chicos), como un descenso de peso, manías con la comida, cambios de ánimo, como tristeza, irritabilidad, ir al baño en cuanto termina de comer para vomitar todo lo que ha ingerido. En Estados Unidos, la anorexia nerviosa supone ya la tercera enfermedad crónica mas frecuente entre mujeres adolescentes, después de la obesidad y el asma. En nuestro país, al menos una de cada diez adolescentes padece este trastorno alimentario. No obstante, las cifras no están claras aunque se aproximan bastante.
¿Qué hay detrás de una anorexia? Un problema muy complejo; además de no comer o de vomitar lo que comen, la percepción de sí misma puede estar distorsionada. Desde ADANER (Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia y Bulimia) nos dicen que en muchas personas con esta enfermedad puede existir una predisposición psicológica, traumas que no se han superado y luego, por supuesto, una sociedad que aplaude la delgadez y vapulea los michelines.
La alarma ya está en color rojo cuando el descenso de peso es evidente y existe amenorrea. Ya está instalada la enfermedad y lo que toca es luchar contra ella. Por suerte, ya todos los hospitales cuentan con un departamento para tratar tanto la anorexia como la bulimia, el otro extremos del problema y que, en ocasiones, van de la mano.
Y para recuperarse hay que aprender a comer y aprender a disfrutar de la comida. Por eso, en ocasiones, los pacientes son ingresados en una unidad especilizada en la que se vigila constantemente su alimentación, con unos horarios de comidas supervisados y un seguimiento psicológico o psiquiátrico. Las más de las veces, el tratamiento pasa por un tratamiento intensivo con el psiquiatra, el psicólogo, y la ayuda de la familia que estará al tanto cuidando y supervisando al paciente. La recuperación es larga; a veces puede llegar a los cinco o seis años y la mayoría de las veces supera la anorexia. En un 30% el trastorno alimentario se cronifica.
Por eso, es necesario que el adolescente aquejado de un trastorno alimentario esté muy ayudado por la familia y que sea ésta quien lo acoja y le ayude a comprender su enfermedad porque si existe una recaída, que nos coja con las defensas altas, sin dejar resquicio al “maligno”, que el enfermo sepa a qué se enfrenta.
En Belleza Pura somos muy sensibles a estos trastornos alimentarios y sabemos y queremos dejar claro que no existen dietas milagro ni exprés, y que sólo existe la buena alimentación, y que afortunadamente existen muy buenos centros en nuestro país donde se tratan estas enfermedades y muchas asociaciones dispuestas a escuchar cualquier problema.
ADANER (Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia y Bulimia)
Calle Comandante Zorita 50, 1º izquierda
28020 Madrid
Teléfono: 91 577 02 61