Chica buena, chico malo. Chica buena conoce chico malo y en 4 segundos ya alcanzamos el clímax. No es el argumento de alguna franquicia (muy) vendida de novela pseudoromántica, sino el concepto en que se apoyan sendas fragancias de 2016 firmadas por Carolina Herrera (Good Girl) y Diesel (Bad), respectivamente. Vuelta a la eterna dualidad maniquea que tan buenos resultados genera en perfumería, no puede ser de otro modo, en tópicas acepciones según el género que la enarbole. Echemos un ojo a las campañas de publicidad de estos dos perfumes.
La Good Girl de Carolina Herrera está deseando ser mala, malísima. Lo que, para los creativos de la campaña, significa ser La-Que-Seduce, la que toma la iniciativa y lleva las riendas de su convencional relación heterosexual. Para ello, no duda en cruzar la ciudad a taconazo limpio enfundada en un vestidazo (muy Angelina Jolie, por cierto) que ciñe su lanceada silueta talla 36. Esta mujer rubia y blanca, de la que no conocemos su pasado -me habría parecido más atrevido que estuviera casada, por ejemplo- sino sólo su actual determinación, es la medida del mundo, un estudio de mercado con patas que asiste impávida a las reacciones que provoca (que no falte una dosis de envidia femenina, por favor). Es al llegar a destino cuando manifiesta su absoluto deseo de maldad, es decir, de conquistar terreno en la arquetípica guerra de sexos según la entiende la perfumería mainstream. El hashtag #goodtobebad resume la conclusión definitiva que lanzaremos al mundo: las chicas buenas van al cielo y, las malas, a todas partes. Chicas, poneos las pilas y abandonad ya esa mojigatería tan del Sí de las Niñas. La maldad (o capacidad de decisión) en femenino equivale a picardía, anticipación y confianza tamaño 15 cms (los del largo del tacón, hasta el infinito y más allá en incomodidad). Me permito comentar que el mensaje no puede ser más beatón y anticuado.
https://www.youtube.com/watch?v=AElXjVI0XhE
¿Te acuerdas de lo que se decía en tu no del todo superada adolescencia? ¿Que las mujeres sentimos una indomable preferencia por el tío cabrón que nos trata mal? Pues, ¡Bingo!, de eso va el anuncio con el que Diesel promociona Bad.
La cosa empieza con una cobra calentita para ella, que se queda con cara de tonta, seguida de una declaración de intenciones (una advertencia, vamos) bastante chusca sobre lo etéreo e inasible que es él. Un día está haciendo locuras al volante con ella, otro enardecido perdío en una pelea de boxeo, otro cabalgando la libertad a lomos de su moto… Son actividades muy hormonales las suyas, muy adrenalínicas, molonas. “No seré un ángel”, le suelta soñándose muy pillín. Ella, hipnotizada y pasiva, asiste a ese chorreón de boberías sin protestar y sella el trato con un apasionado beso. La mirada de abajo arriba de niño gamberro es otro tic imprescindible en esta mitología. Porque nada ha cambiado desde el instituto, ni desde que el mundo es mundo.
Bienvenid@s a la ‘maldad’ para niños y niñas (creo que quieren decir libertad) tal y como nos la regurgitan los responsables de marketing de la perfumería del Siglo XXI. Saquen sus conclusiones en sus casas.
¿Qué opinas? ¿Es bueno? ¿Es malo?