El invento del siglo cuando de no salirse con el esmalte de uñas se trata se llama Liquid Palisade. Que no es otra cosa que una barrera protectora de látex líquido que se aplica sobre las cutículas para evitar que, si te sales con la laca, se manche más allá de la uña. Manicura impecable de una pincelada.
Una manicura impecable es posible incluso si te falla el pulso o tu poca pericia convierte el momento del esmaltado en un auténtico suplicio. El invento se comercializa con el nombre de Liquid Palisade y fuera de nuestras fronteras se vende en Sephora. A las tiendas de España no ha llegado, pero no es único en el mercado y cuando llegue se encontrará con algunos competidores, como el de tienda online Todo Nails, que vende su propio látex líquido que además es rojo para que puedas ver por dónde lo has aplicado o Beautik, en sus tiendas físicas y online encontrarás el de la marca Nailxpress.
Latex líquido Todo Nails. Precio: 6,95 euros.
El concepto es el mismo, aunque mucho más sofisticado, que el de aplicar cinta de carrocero para pintar una pared. El látex líquido viene en un envase con un pincel y se aplica como un esmalte alrededor de la uña sobre las cutículas o allá donde creas que te llevará tu trazo poco preciso. Hay que esperar unos dos minutos a que se seque y después dedicarte a la manicura, a lo loco, sin preocupaciones.
Una vez seco el látex, se crea una fina capa plástica que se retira fácilmente, con la ayuda de unas pinzas de depilar o con un palito de naranjo para levantarlo, y en la que te llevarás todo el esmalte sobrante. No es apto para alérgicas al látex o con alergias cutáneas importantes.
Y así, de unas cuantas pinceladas, el látex líquido se carga, de un plumazo, los entrañables trucos del almendruco que seguro que muchas de vosotras habéis puesto en práctica para que propios y extraños pensaran que eráis unas auténticas virtuosas de la manicura.
Yo os confieso que en mis primeras manicuras de adolescente, donde mi trazo era de todo menos delicado, después de pintarme las uñas las sumergía durante un rato en agua templada. El agua ablandaba el esmalte que había quedado fuera de la uña y se quitaba fácilmente. En aquella época, claro, tenía mucho tiempo libre. También he recurrido al clásico bastoncillo o al palito de naranjo con algodón en la punta… ¿Y vuestro truco, cuál es?