Queratina, nanoplastia, taninoplastia, exoplastia y otras plastias… todos ellos, procedimientos en el salón de peluquería que prometen un cabello sedoso, liso, brillante y sin encrespamiento. ¿En qué se parecen? ¿En qué difieren? ¿Cumplen lo que prometen? Sigue leyendo y descúbrelo.
Los alisados de queratina aparecieron hace unos años como la gran panacea para reconstruir el cabello dañado y volverlo dócil, liso y manejable como nunca antes se había visto. Más que alisarlo radicalmente, como hacían los alisados japoneses, disciplinaban el cabello eliminando el encrespamiento y las indeseables ondas y facilitando al máximo el peinado diario. Con un golpe de secador la melena quedaba perfecta, sin necesidad de planchas ni brushing. En el cabello rizado, definía la forma y relajaba el rizo.
Pero comencemos por el principio. La queratina es el principal componente del cabello, una proteína de estructura fibrosa de gran resistencia, muy rica en azufre que también está presente en la piel y las uñas. Así pues, los tratamientos de queratina se basan en emular esta proteína natural y funcionan aportando al cabello un “cemento” sintético muy similar a la propia sustancia que forma el cabello. De este modo, cada fibra capilar se recubre del producto queratina, rellenando los huecos, alisando la cutícula y garantizando un cabello menos encrespado y más brillante.
Hasta aquí todo ventajas, pero tal milagro no estuvo exento de polémica: las primeras versiones contenían formaldehído, por lo que a medio y largo plazo resultaban altamente tóxicas para los peluqueros, expuestos a los vapores del producto, y tampoco demasiado beneficiosas para los usuarios, obviamente. Tras la alarma inicial, los tratamientos de queratina se reformularon y comenzaron a anunciarse como libres de formol, con lo que daban garantías de seguridad en su uso con las mismas ventajas.
Tras la queratina, aparecieron la nanoplastia, la taninoplastia y la exoplastia, cada uno de ellos con virtudes que superaban a los anteriores, pero en el fondo, muy similares en resultados y método de aplicación (todos pasan por el planchado a alta temperatura, con un mínimo de diez pasadas por mechón). La exoplastia es el último procedimiento en incorporarse a este largo y creciente listado, con un producto compuesto por proteínas de colágeno (y también libre de formaldehído), que sellan la fibra capilar formando una película en torno a cada cabello, reparan la cutícula y protegen frente a los agentes externos. La taninoplastia, en cambio, dice deber sus beneficios al tanino, un polifenol de origen vegetal, es de origen brasileño y sus resultados duran algo menos, tres meses. Por último, la nanoplastia, de la que solamente se cuenta que está basada en la nanotecnología, pero cuyo procedimiento es muy similar a los anteriores.
Los inconvenientes de todos ellos son los mismos: un proceso bastante largo que conlleva cuatro horas en la peluquería dependiendo de la longitud de la melena, porque hay que realizar sucesivos lavados previos, la propia aplicación del producto mechón a mechón, secado, planchado exhaustivo a alta temperatura para sellar el producto al cabello y de nuevo lavado antes de secar el cabello al aire con secador. Su elevado precio era otro de los factores disuasorios, porque los efectos sobre el cabello duran como máximo seis meses, aunque a día de hoy la guerra de precios ha hecho que puedan encontrarse por mucho menos de la mitad de los 400 euros que costaban inicialmente. Los resultados son prácticamente los mismos en todos los casos, aunque por supuesto dependerán del tipo de cabello sobre el que se aplica y de que el profesional respete el procedimiento que indica la firma fabricante. ¿Cumplen lo que prometen? A priori sí, el cambio del cabello a la vista y al tacto es espectacular inmediatamente después de realizarlos, pero es importante tener en cuenta que no son tratamientos, sino más bien un “maquillaje” del cabello: la fibra capilar no se ve modificada ni tratada, sino solamente recubierta, y ese recubrimiento, hidrófugo, de diferentes sustancias, es el que hace que sea un cabello más liso, dócil y brillante. ¿Vale la pena? Como todo en esta vida, dependerá de las expectativas, las necesidades y las posibilidades. Juzguen ustedes mismos.