Los antioxidantes no pueden faltar en una mesa saludable, y el verano es la temporada ideal para proveernos de estas interesantes moléculas por la frescura, variedad y color de los alimentos disponibles.
Auténticos cosméticos internos, los antioxidantes son capaces de plantar cara a los temibles radicales libres, prevenir el envejecimiento prematuro y regenerar tejidos y órganos. Una labor reconstructora que incide en la ‘decoración de interiores’ y que se nota (y mucho) por fuera. Si este argumento era el definitivo, ve sacando papel y lápiz para tomar nota de la próxima lista de la compra. Los siguientes alimentos pueden cambiar literalmente tu salud y tu belleza.
Frutos rojos
Frambuesas, açai, fresas, arándanos, grosellas… Llena tu cesta de colores vivos y entrégate con fruición a estos pequeños y delicados frutos: los estudios demuestran que las proantocianidas que contienen ayudan a prevenir el cáncer y las enfermedades del corazón.
Brócoli
Muy rico en vitamina C y en calcio (añádale semillas de sésamo y tendrás un plato rebosante de este mineral), aporta fitonutrientes como el sulforafano o los isocianatos que se han relacionado con la reducción de distintos tipos de cáncer. Intenta comerlo lo más crudo posible ya que la cocción destruye sus propiedades.
Ricas en aminoácidos esenciales (no en vano es un alimento estrella en las dietas vegetarianas), vitaminas y minerlaes, contiene antioxidantes que contribuyen a que las células se mantengan jóvenes. Quizá te resulte más fácil encontrarlas en forma de suplemento alimenticio.
Aguacate
La mantequilla natural más fotogénica, no hay instagramer de pro que no se calce sus buenas tostadas con aguacate cada día. Razón no les falta a estas saludables (perdón, healthies) zagalas: bajo su apariencia un tanto tosca se esconde un superalimento rico en luteína, zeaxantina y vitamina E, todas ellas útiles para paliar el estrés oxidativo.
Ajo
Otro de esos tesoros nutricionales típicamente ibérico (si hemos de hacer caso a Victoria Beckham), junto a nuestro buen jamón o el aceite de oliva virgen. De uso muy conocido en el entorno medicinal ancestral, contiene vitaminas A, B y C y minerales como el selenio, yodo, potasio, hierro, calcio o zinc. Es mejor tomarlo crudo para aprovechar al máximo sus propiedades, que alcanzan la eliminación de los metales pesados del cuerpo, la disminución de la presión sanguínea y el colesterol e incluso puede ayudar a prevenir el cáncer.
Chocolate (sin azúcar ni leche. Algún pero teníamos que poner).
¿Te suenan los polifenoles, a que sí? Son importante antioxidantes relacionados con la salud cardiovascular y la mejora de la piel y se encuentran, entre otras fuentes, en el chocolate negro (a partir de 70% de cacao). Basta una ración de 30 gramos para beneficiarse.
Uvas
Otra fuente magnífica de polifenoles y de flavonoides. Ayudan a controlar el colesterol malo, reducen la presión arterial y protegen el corazón. También vale tomar una copita de vino, pero eso sí, hay que consumirlo con moderación (emborracharse nunca ha sido una buena receta para conservar la salud y la belleza, desdichadamente).
Frutos secos
Auténticos concentrados de antioxidantes y grasas ‘buenas’. Una bomba contra las afecciones cardiovasculares y el deterioro cognitivo. Por su alta cantidad de grasa, se recomienda consumir con moderación (4 o 5 nueces, por ejemplo).