La belleza coreana y su fiebre cosmética (o k-cosmetics para las lectoras de este lado del charco) causa furor en medio mundo. Entre que sus envases son una monada y que tienen una solución para casi cualquier problema de belleza, pocas personas han evitado caer en su embrujo. Hasta mi otra mitad me compró hace poco una crema de Tony Moly porque el envase de oso panda quedaba bien con la decoración de mi escritorio.
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Lo cierto es que la cosmética coreana, que ha aterrizado hace relativamente poco en España, lleva años arrasando entre las neoyorquinas. Tanto es así que la minúscula Korea Way (cerca del archiconocido Macy’s) está abarrotada de tiendas que importan estos codiciados productos.
¿Eres víctima de la última ola de fiebre amarilla en cosmética?
El principio de belleza fundamental en Corea es conseguir una piel impecable y jugosa, lo que se conoce como “chok-chok”. Y para ello hombres y mujeres recurren a complejos rituales que incluyen una doble limpieza de la piel, mascarillas para cualquier parte imaginable del cuerpo, e hidratantes para cada una de las estaciones del año. Y aunque la mayoría de las marcas más reconocidas ya se encuentran en España, quedan todavía algunas joyitas que sólo se pueden conseguir en Seúl o a golpe de tecla en tiendas online americanas como Soko Glam o Oh Lolly.
En mi top 5 de productos se encuentran las mascarillas nocturnas de la firma Amarte, la limpiadora sólida de Banila Co, los discos exfoliantes/tonificantes de Re:p, el agua de tratamiento FTE de Missha, las tintas de maquillaje de Peripera, y las mascarillas para el contorno de ojos de MissSpa.
No obstante, mas allá de los productos lo importante en la belleza coreana es seguir un ritual predeterminado. Charlotte Cho, autora del libro “The Little Book of Skin Care” y fundadora de Soko Glam, nos ofrece sus cuatro secretos de belleza mejor guardados para conseguir una piel resplandeciente (o “chok-chok”): “Mi primer secreto es conseguir una piel jugosa pero no aceitosa utilizando productos que tengan ingredientes que ayuden a la piel a retener su hidratación natural, como la glicerina o el ácido hialurónico. El segundo es utilizar un “sleeping pack” en lugar de la crema de noche. [Un “sleeping pack” es una especie de mascarilla ultranutritiva en crema que se aplica con un pincel y que se deja durante toda la noche].
El tercer secreto de Charlotte es utilizar mascarillas desechables como tratamiento de choque, “porque sin una buena hidratación pueden aparecer pequeñas fisuras en la capa externa de tu piel, haciéndola más susceptible al ataque de bacterias y a la descamación“. Su cuarto truco es bastante sencillo: “es muy importante prestar atención a cómo te aplicas los productos. Deslízalos con cuidado sobre tu rostro o incluso aplícalos con golpes suaves, porque ayudan a que el producto penetre en la piel. Evita frotarte el rostro y estresarlo sin necesidad. Por otra parte, aplica los productos que tengan una consistencia suave primero, como los tónicos, y continúa hacia los más pesados, como las cremas emolientes o los contornos de ojos. Y siempre utiliza factor de protección solar“.
Pero el secreto de belleza coreano mejor guardado de la Gran Manzana se encuentra fuera de Manhattan. Concretamente, en un lugar de Queens de cuyo nombre no quiero acordarme. ¿El nombre de esta joyita en bruto? Spa Castle, un auténtico spa coreano que se visita en familia y en paños menores.
Conocido también como un parque de atracciones acuático para mayores y pequeños, Spa Castle es una fiel representación de la importancia que se da a la belleza en Corea, considerada casi como un deporte nacional. Ideado para pasar el día entero en el establecimiento, sus instalaciones incluyen piscinas interiores y exteriores con tecnología coreana y japonesa, siete tipos de sauna, cascadas de relajación, cabinas de tratamiento, habitaciones para echarte la siesta, y hasta bares y restaurantes acuáticos. A mí me pareció el Edén de la belleza coreana, los empleados me indicaron muy amablemente que lo normal es ir como Dios te trajo al mundo para poder beneficiarte de los diferentes remojos concebidos para conseguir una piel radiante.
Vergüenzas aparte (que por suerte pude tapar con la exigua camisetilla de algodón que te dan para su uso y disfrute), tengo que reconocer que la experiencia fue bastante curiosa en sí misma, y que los tratamientos de belleza que ofrecen te dejan una piel maravillosa y rebosante de “chok-chok”.
Precio pase diario: Entre 40 y 65 euros al cambio.