Decir Hermès, y pronunciarlo con el acento preciso, estirando un poco la mandíbula, como si llevaras un suave pañuelo de la firma bien anudado al cuello. Dato de interés: su precio supera los 600 euros, más que muchas nóminas de hoy en día, los perfumes rondan los 100 euros y resultan más “asequibles”.
Cuando el lujo se hace verbo, bolsos, carrés o perfumes, todos nos lanzamos a ver el escaparate del placer, y soñar con desenfrenados universos paralelos. Literatura etílica embotellada (las colonias tienen más graduación alcohólica que el eau de toilette, el eau de parfum y el parfum), en sobrios frascos con un tapón negro que siempre me ha parecido un bombín. Todas estas historias con aroma y color propio salen de selectas narices creadoras de poesías fragantes.
Y en Hermès ha llegado la hora del cambio de guardia de narices: Jean Claude Ellena, más o menos se jubila con el perfume Néroli Doré y da paso a Christine Nagel como nueva perfumista electa por la Maison, que se estrena en rojo con Rhubarbe écarlate. Dos narices y dos Eau de Cologne recién nacidas. La primera y la última, encierra la experiencia de Jean Claude Ellena, que culmina su trayectoria de 10 años con esta firma francesa, dedicada en un principio a la talabartería y los arneses; muy apreciados en el París de 1837, lleno de caballos y carruajes. Un viaje cuyo destino era el accesorio de moda y la perfumería más exquisita, la que hoy nos sigue conduciendo con paso amable hacia paraísos etéreos. Puro hedonismo. Sueños aromáticos, al final. De sus privilegiadas narices a las nuestras. Emociones y sentimientos directos al cerebro a través del olfato.
La entrada de Christine Nagel en Hermès representa un fichaje de “narices”, en particular, y también una gran pérdida para el mundo de la perfumería, en general. Porque Christine es la perfumista creadora de fragancias tan exitosas como Miss Dior Cherie, Narciso for Her, Jimmy Choo Flash, Sí de Giorgio Armani o una decena de perfumes para Jo Malone; su ausencia se dejará sentir en otras marcas de lujo para las que trabajaba. Empezó en Mane, igual que Pierre Aulas, otro gran autor de perfumes que ahora compone por libre, para su propia marca nicho: Ego Facto, también fue creador del famosísimo Angel de Thierry Mugler, entre otros bombazos del sector.
Ahora sus pensamientos desgranados nota a nota llevarán el sello de la guarnicionería Hermès y su genio creativo, gota a gota se decantará en de cada frasco de perfume, como lleva haciendo Jean Claude Ellena desde 2004.
Néroli Doré de Hermès. Jean Claude Ellena crea un zumo que exprime su pasión por el sol del mediterráneo, la flor de azahar del naranjo amargo, esto es el nerolí, combinado con azafrán, la especia de la felicidad. No siempre me gustan los finales felices, pero en este caso tengo que reconocer que el resultado es absolutamente cautivador.
Ellena ha querido transmitir la sensación que tuvo cuando empezó como perfumista, destilando el azahar en los alambiques y sintió como todo su ser se impregnaba de ese olor. Lo he utilizado en abundancia y también debe aplicarse con generosidad, casi un borrachera de neroli dorado.
El neroli es la esencia extraída del azahar y debe su nombre a una princesa italiana del siglo XVII, la princesa Nerola, que lo usaba para perfumar sus guantes.
Precio: 96 euros/100 ml. y 131 euros/200 ml.
Rhubarbe ècarlate de Hermès. “Siempre me gustó la dualidad del ruibarbo, visual y olfativa. Su color verde se metamorfosea con el rojo” dice Christine Nagel, que ha elevado el ruibarbo a la categoría de almizcle blanco, de una manera carnal, pero sutil, creando un frescor verde y audaz, menos cítrico y con más textura.
El ruibarbo cambia de color y aroma, evoluciona de un acidulado crujiente pasa a un aroma suave y aterciopelado. Un homenaje a la ternura del ruibarbo cocido.
Precio: 96 euros/100 ml. y 131 euros/200 ml.
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