En los últimos años es cada vez más frecuente ver personas por la calle con su botellita de agua en la mano. ¿Se ha puesto de moda o nos hemos concienciado que hay que beber? Diría que más bien lo segundo, aunque si nos fijamos en las monadas de botellas que se comercializan casi diríamos que si no llevamos la botellita estamos out. Pues bien, para estar in, sigue estos consejos y notarás cómo la hidratación puede mejorar tu salud y tu bienestar.
Si consideramos que nuestro cuerpo está compuesto por casi dos tercios de agua, entender el papel que juega este líquido nos da una idea para comprender que es una fuente de salud.
Os damos unas pistas para que os centréis: el cerebro está compuesta en un 75% por agua; la sangre es un 90% de agua; un 22% de la composición química de los huesos es agua; la necesitamos para regular la temperatura del cuerpo; este líquido incoloro transporta nutrientes y oxígeno a todas las células del cuerpo, ayuda al organismo a absorber los nutrientes, limpia nuestros riñones de sustancias tóxicas, humedece los ojos, la nariz y la boca, mantiene fresco el cuerpo cuando hace calor, nos provee de los minerales que necesitamos, como el magnesio, el cobalto, el cobre… Podríamos seguir y no acabaríamos de contaros lo importante que es mantener una buena hidratación.
Lo que sucede, a veces, es que no nos apetece beber y nos pasamos la mañana trabajando sin acercarnos el vaso a la boca. Tan importante es beber de adulto como de niño o de anciano. Estos dos grupos no suelen tener sed y hay casi que obligarlos a que beban.
¿Cuánto hay que beber? La Autoridad Europea de Salud Alimentaria, creada para mejorar la salud alimentaria en la Unión Europea, ha recomendado lo siguiente:
Niños de 0 a 6 meses: entre 100 y 190 ml/kl/día mediante la leche materna o de formulación
Niños de 6 a 12 meses: entre 0,8 y 1 litro al día, mediante la leche materna y la alimentación y bebidas adaptadas a su edad.
Niños de 1 a 2 años: entre 1,1 litros y 1,2 litros al día.
Niños de 2 a 3 años: 1,3 litros al día.
Niñas de 4 a 8 años: 1,6 litros al día; niños de 4 a 8 años, 2,1 litros al día.
Niñas de 9 a 13 años: 1,9 litros de agua al día y 2,5 litros los niños de esa misma edad.
Niñas de más de 14 años: 2 litros al día.
Mujeres de más de 14, embarazadas o no: 2,3 litros al día, que se amplía a 2,7 litros si están dando de mamar. Ello es debido a la pérdida de agua que ocasionada debida a la producción de leche.
Chicos entre 14 y 18 años: 2,5 litros al día.
Hombres entre 19 y 70 años, 2,5 litros al día y 2 litros para las mujeres de la misma edad que no estén ni embarazadas ni dando de mamar.
Cuando hablamos de agua, no sólo estamos refiriéndonos al líquido inoloro, incoloro e insípido que sale del grifo, sino a los productos que la incluyan: leche, zumos y los alimentos que la contienen. Por ejemplo, según José Matáix, catedrático de Fisología de la Universidad de Granada, ya fallecido, las hortalizas contienen entre un 65 y un 95% de agua; entre el 74 y el 91%, la fruta; los mariscos, un 70%; el yogur, un 86%; el pescado, un 82%.
Pero a lo largo del día perdemos agua que tenemos que ir reponiendo con todos estos líquidos. Este balance hídrico es esencial si no queremos que nos duela la cabeza, tengamos mareos o estemos irascibles. Un paso más y estaremos cansados y con visión borrosa y así irán aumentando los síntomas y en los casos más graves de deshidratación se puede llegar a la muerte. Recuerda que una persona puede estar sin comer muchos días pero sin beber ¡sólo cinco!
Veamos el lado positivo con el dato que dice que beber es bueno para la salud física y mental y que mantiene nuestro cerebro despierto.