Hoy, en Belleza Pura, nos despachamos con tecnología punta: la de nuestro jamón ibérico, un producto que en las últimas semanas ha estado en boca de muchos, gracias a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó a la población mundial sobre el consumo de alimentos procesados en los que se incluía el jamón, nuestro jamón.
Pues no. Nuestro jamón serrano, de bellota, cebo no está en el mismo saco. Es un producto de alta gama que estos días ha presentado su campaña anual, auspiciada por la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (Asici). El jamón ibérico es un producto único y uno de los más admirados y deseados de nuestra gastronomía.
Aunque hasta hace unos años se establecían varias categorías y el consumidor no sabía muy bien qué estaba comiendo o comprando, ahora se han dejado sólo dos: ibérico de cebo e ibérico de bellota, dependiendo de su alimentación. La categoría de “ibérico” se establece por la raza del animal. El cerdo ibérico es autóctono, de España y no hay otro igual en ninguna otra parte del mundo. Dependiendo de su alimentación y de dónde se críe es de cebo o de bellota. En este vídeo, los hermanos Torres, los chef protagonistas de esta campaña y embajadores de imagen de un producto en dos versiones, nos explican exactamente cómo se alimentan estos bichos ¡tan adorables!
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Aunque el jamón nos quite el sentido, seamos juiciosos y no comamos más de lo debido. Los españoles consumimos unos 87 gramos por semana. Lo hacemos bien porque, según la doctora Carmen Gómez Candela, jefe de la unidad de Nutrición Clínica del Hospital La Paz, de Madrid, “podemos consumir carne y productos derivados entre 3 y 4 veces a la semana”. Más no, aunque sea un alimento que ha demostrado en rigurosos estudios científicos que produce un efecto beneficioso sobre el colesterol en sangre, propiciando un incremento de la tasa del colesterol beneficioso (HDL) y reduciendo la tasa del colesterol perjudicial (LDL). Sólo el aceite de oliva virgen tiene un contenido de ácido oléico superior. Su valor calórico se estima en 350/380 calorías por 100 gramos. La grasa del jamón suele estar rodeando la pieza por lo que puede eliminarse para rebajar las calorías. Su contenido en sal es alto porque se le añade sal para su maduración y conservación. Aun así, parece que el sector cárnico está disminuyendo su contenido en sodio al mínimo que permite garantizar la seguridad del producto. De todas formas, se debe moderar su consumo aquellas personas que tengan restringido el consumo de sodio, sobre todo las hipertensas. Además, el jamón es un alimento rico en buenas proteínas -40 gr/100 gr- que no aporta hidratos de carbono ni fibra.
En cuanto a la manera de comerlo, qué vamos a deciros, que solo, sin más, es un manjar exquisito. Un plato de jamón o de paleta (tanto da, que sólo depende de la parte del animal de que se trate) con unas lonchas bien cortadas alegra la vida de cualquiera. El corte es importantísimo: cortar siempre desde la pezuña hacia delante y hay que empezar la pieza por la zona que contenga menos grasa para evitar que se seque si la dejamos para el final. Dicen los cortadores de jamón que un buen corte hace bueno un mal jamón y un mal corte hace malo un buen jamón. Así que, con cuidado y con un buen cuchillo bien afilado; uno sin filo puede hacer un estropicio en un dedo.
Así que, un plato de jamón solo, un manjar y con las recetas de los hermanos Torres… qué os voy a contar: acompañando unos buenos huevos de corral o envuelto en espárragos blancos o con uvas blancas. De cualquier forma se degusta un buen jamón, un producto con el que siempre quedas bien.