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Hay que asumirlo: todos somos grandísimos hijos de la era digital aunque a algunos nos haya pillado talluditos. No todos somos millenials en la viña del Señor.  La era digital nos mantiene a todos atentos a alguna pantalla todo el día. Hemos desarrollado el uso a través de la dependencia; ya no sabemos vivir sin comunicación e información instantáneas y perder el móvil es fuente de las mayores angustias.

Nostalgia, hoy, es lo que se siente al comprobar que nadie alza la cabeza de sus inteligentísimos dispositivos en el metro. La cosa puede ser mucho más cruda en una reunión de amigos, con frecuentes interrupciones para chequear las redes sociales o mandar cuatro emojis que lo dicen todo.

No es el tema más agradable de tratar (mola más recomendarse una nueva aplicación), pero lo cierto es que estamos pagando un alto precio a cambio de las comodidades que ofrece la era digital. Nuestros hábitos con la tecnología están transformando nuestras habilidades mentales y físicas, acelerando, incluso, procesos de envejecimiento, provocando dolores de cabeza y disminuyendo la capacidad del cerebro.

¿Aún en este artículo o quizá tienes otros 4 abiertos para ir picoteando? (emoticono de sonrisa). He aquí cuatro males de la era digital sobre los que conviene intervenir.

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Viva la juerga y el despiporre…

  1. ‘Cuello Phone’.

Se ve por todas partes. Viene a ser como el avestruz que entierra la cabeza en el suelo pero en versión insondable-y-entretenidísima-tecnología. Es inútil mirar a los ojos de estas estatuas de sal, están inmersos en una suerte de abducción hipnótica. Y para ello tienen que practicar una torsión de cuello más allá de la angulación saludable.

Hay legiones de personas regalándose un ‘cuello phone’, la perversa evolución del Homo Tecnologicus que puede arruinar nuestra espina dorsal y sobrecargar el cuello de por vida.

La cabeza pesa mucho y necesita una sujeción adecuada. En un ángulo cervical de 15 grados, la sensación de pesadez es el doble. Con 30 grados, se triplica. Y con 60, puede pesar hasta seis veces más, como demostró un estudio publicado en Surgical Technology International. Seis veces el peso de la cabeza es como cargar con un niño de 8 años en el cuello: una actividad lesiva por definición que ni el más arrobado padre acometería.

Para prevenir el ‘cuello phone’, los expertos recomiendan:

-Poner el dispositivo frente a la cara. El cuello no debe participar en nuestra relación con el gadget. ¡Míralo directamente!

-Ejercicio: mueve la cabeza de izquierda a derecha de vez en cuando. Practica estiramientos de cuello presionándolo con suavidad hacia el pecho con las dos manos y después hacia la nuca.

Y si el caso es muy extremo, recurre a un cirujano. Sí, la cirugía tech neck existe, y te lo contamos aquí, en tu pantalla amiga.

  1. Pérdida de audición.

Es un hecho. ¡Perder oído ya no es sólo para los ancianos! Cada vez más jóvenes acusan problemas de audición relacionados con la contaminación acústica ambiental, catapultados hasta la estratosfera con el uso de los reproductores musicales portátiles.

Según el New York Times, el 35% de los adultos y un 59% de los adolescentes escuchan la música a un volumen muy alto.

Los auriculares de botón son peores que los de diadema; pero sea lo que sea que uses, si elimina por completo el sonido de fondo te convierte en candidata a aprender el lenguaje de signos.

El daño auditivo es acumulativo e irreversible. No es precisamente lo que se entiende por transitar ‘el lado más bestia de la vida’… pero un par de tapones en los conciertos y bajar el volumen del reproductor son buenas soluciones para mantener la funcionalidad del oído.

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Si al menos ella hubiera traído su móvil…

  1. Dificultad para concentrarse.

Una pestaña abierta, otra y otra, contestar tres Whatsapp, cinco Snapchat, actualizar Facebook, Twitter e Instagram, comprar un artículo por eBay, atender una llamada. Todo a la vez y como buenamente salga, eso que se ha dado en llamar –que nos gusta un anglicismo- multitasking. La sobredosis de Smartphone nos hace menos productivos, más agotados, más propensos a olvidar cosas; en definitiva: más tontos.

Somos muchos quienes pasamos el día frente al ordenador y la noche chequeando nuestros teléfonos, respondiendo mails y mensajes. Esto, acorde con un reciente estudio de la Universidad de Florida, limita la crucial habilidad de recargarnos entre horas. La productividad y la salud mental son las grandes damnificadas.

La idea de que podamos estar siempre conectados ha devenido en que DEBAMOS estarlo. ¿Por qué no, si disfrutamos de los milagros de la tecnología?

Echemos un poco el freno.

Según las investigaciones, el multitasking constante erosiona nuestra capacidad para concentrarnos durante periodos prolongados de tiempo –como pueda ser, pongamos por caso, 20 minutos de inmersión en la lectura-. La concentración es requisito indispensable para comprender conceptos. Y ¡para fijarlos!

El empeño por no perder detalle en internet afecta también a nuestras relaciones sociales y familiares. Quién no ha recibido nunca un toque de atención de un amigo o de un hijo que pretende devolvernos al mundo físico. Mira esos ojillos implorantes y deja el móvil de lado. Hay tiempo para todo, y gente prioritaria.

  1. Cara de pantalla.

En serio. Argumento irrefutable con el que espero seducir a las últimas tecnoadictas que queden en pie. Pasar mucho tiempo delante del ordenador arruina literalmente los más enconados esfuerzos por embellecer. Son ya muchas las voces expertas que se alzan para denunciar esta terrible lacra. Y, ¿en qué consiste este feo gepeto? En una combinación de ojeras permanentes, arrugas junto a los ojos fruto de forzar la vista, papada (¡papada!) y arrugas en el cuello de mirar abajo durante largos periodos de tiempo (véase el punto dedicado al Cuello Phone).

Mientras vamos estudiando los no menos lamentables efectos a largo plazo de la cara de selfie, tomemos cartas en este asunto. Regalémonos pausas cada 2 horas de ordenador, estiremos el cuello, hagamos algo de gimnasia facial y procuremos usar una pantalla adecuada a la altura de los ojos. Como en todo periodo de vacación entre las duras rutinas de trabajo, el rostro agradecerá el descanso.

Bienvenidos a la era digital con sus virtudes y sus efectos no deseados.