Permanece atenta a tu chimenea porque este año se deslizará por ella la última pin-up que nos queda. La cantante Katy Perry, icono pop internacional, pondrá cuerpo y alma a la Navidad del gigante sueco H&M.
La campaña se iniciará en noviembre, anunciando unas fiestas tan paganas y joviales como de costumbre a través, también, de los apabullantes canales de difusión de Perry. La estrella cuenta (en el momento de perpetrar estas líneas) con 25,6 millones de seguidores en Instagram y 74 millones en Twitter. Una legión de razones que se suman a su gancho personal y a su relación con la firma. Efectivamente, señorita de su tiempo: longeva, satisfactoria y de mutua admiración.
No podía ser de otro modo, así que te ahorraremos las consabidas –y de veracidad indudable- alabanzas que se han dirigido unos y otros para centrarnos en la comunicación de la campaña, que a fin de cuentas es lo que nos tiene que convencer. Y a fe nuestra que esta entente tiene posibilidades. Katy transmite energía a raudales, es pizpireta, atractiva y seguramente una voluntariosa compañera de jolgorios, muy capaz de presentarse impecable a una celebración familiar tras haber dormido dos horas y haberse trasegado hasta el agua de los floreros. ¿Qué más podemos pedir?
Bromas aparte, lo cierto es que a la cantante se le da bien esto de abanderar causas nobles. Como la campaña de otoño-invierno 2015 de Moschino (al objetivo de Inez & Vinoohd), la de ghd junto a David LaChapelle o alguna en la que participe su principal talento (que es el canto), en este caso para Unicef. No en vano mantiene su presencia y su carisma, faraónica y relativamente impertérrita, ante los sonoros envites del resto de cantantes comerciales.
La única imagen que ha trascendido de momento, con una Katy emergiendo feliz de un jersey de punto de cuello vuelto con una trama tan navideña como la de una bola, promete. Ganas de ver el traperío y cómo se lo maneja.