A cara lavada y como un espectro de ella misma, tomaba el otro día el AVE, Isabel Preysler, la reina del baldosín y los cuartos de baño, tan encantadora, elegante y delgada como es habitual en ella. Con un bolso de marca en un brazo y en la otra su My Cream y su nuevo caballero andante. Con la melena recogida, sin descolocarse ni un pelo, y esa semisonrisa filipina que da a su cara un halo antiaging y antinatural, demasiado tenso y planchado para su edad.
Y parece que sí, hay vida, después de su tercer hombre. Isabel, divorciada de Julio Iglesias y Carlos Falcó, Marqués de Griñón, viuda incipiente de Miguel Boyer, ilustre Ministro de Economía con el PSOE, y recién enamorada y correspondida por el literato Mario Vargas Llosa.
Pero, Isabel Preysler, además de sus amores, que sin duda la rejuvenecen su espíritu oriental, alimenta su sonrisa con batidos vegetales, promociones de azulejos, joyas y bombones, y una leyenda de Geisha donde no faltan las bolas chinas. Para seguir dando el carrete, la filipina más admirada de España, desde las revistas del papel couché, sigue de promoción con My Cream y su nuevo amor.
Antes de “mujer de…” fue redactora de belleza de Hola!, lugar que ocupa hoy “con honores” mi ilustre colega y amiga Stefanie Milla. Isabel ya entrevistó al escritor en sus andanzas como periodista antes que protagonista, donde ya mostró su admiración por el escritor.
Volviendo a La Preysler, ha pasado de dar ganancias a las cremas de Xhekpon, Massumeh y Astor a lanzar My Cream, con su hija Ana Boyer como cabeza pensante y comercial de “su fórmula cosmética”, fabricada por químicos, como debe ser y en uno de esos maravillosos laboratorios que elaboran cosmética para terceros, sólo cambiando el diseño y el nombre del tarro. Da igual que sea la crema del Dr. Chams o de una esteticista de renombre.
My Cream de Isabel Preysler y su cuarto hombre seguirán tirando del tarro de crema hasta que se convierta ( o no) en un best-seller. Hace 25 años con una Isabel en pleno apogeo de juventud y belleza la crema hubiera llegado más alto.