Si te horroriza el running o cualquier otro deporte pero te encanta el tumboning, si la mayor distancia que recorres en el día es la que va de tu cama a la cocina, si se te ponen los pelos como escorpiones cuando se estropean las escaleras mecánicas… no cabe duda: padeces de Exceso de Sedentarismo, la enfermedad del hombre-acomodado-con-prácticamente-todo-resuelto-por-las-máquinas. Y no las del gimnasio, precisamente.
¿El problema? Pueden ser unos cuantos. Relacionados, sobre todo, con diversas dolencias físicas que hallan en el reposo su campo de expansión. La relación entre inactividad y la mortalidad cardiovascular es directa. También aumenta el riesgo de sufrir arterioesclerosis, hipertensión y enfermedades respiratorias. La obesidad es otra de las invitadas a sumarse a la ecuación. Todo un compendio de catástrofes fácilmente evitables… No hay más que ponerse en marcha y mover el cucú.
Como en todo lo que atañe a la conservación de la salud, la educación es el pilar fundamental sobre el que cimentar los buenos hábitos. Enseñar a los niños las ventajas –y la diversión- de la práctica de ejercicio, devendrá en adultos para quienes el deporte no represente un suplicio. Y además es una manera de ‘arrancarles’ de las garras de los videojuegos, forma de ocio preferida por la mayoría de niños de nuestros tiempos.
Y si uno ya es un adulto con ganas de emprender el cambio, basta con ir rompiendo la inercia del sedentarismo con ciertas rutinas más activas. No es cuestión de pasar de la inactividad total a enfundarse el dorsal de la Maratón de Nueva York. Para empezar, se puede añadir una caminata de media hora al día a paso ligero. Y de ahí hasta donde tus pasos te lleven. El único secreto es encontrar una actividad que se practique con gusto, que apetezca que llegue el momento de acometerla desde que empieza el día.
El bienestar, la relajación, la sensación de superación, la búsqueda de nuevos retos, la pérdida de peso, el abandono de costumbres como la alimentación desequilibrada, el alcohol o el tabaco, y muy a corto plazo, las endorfinas que se segregan con la práctica, harán el resto para afianzar el compromiso personal con el deporte. ¡A disfrutar!