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¿Pelos y música? Un matrimonio con solera poco dado a las desavenencias. Y si ven que se pelean, tiren de diván lavacabezas: en Beata Sunset realizan terapia de pareja cortando aquí y allá.

“El hábito hace al monje”, sentencia a su manera la sabiduría popular. El Sanedrín de la frase hecha se despistó de mencionar un detalle crucial: ¡la tonsura! El tupé hizo por la imagen de Elvis tanto como los pantalones de campana, las chorreras o las gafas tintadas. Los 60 perviven en la memoria -entre otros muchos iconos- con el arriesgado pixie de Twiggy, que de paso ofrecía una doble lectura de género acompañada de  las melenas de los señores. No hay ‘personaje’ completo sin su correspondiente pelambrera. ¿A  que no se imaginan, ni quieren, un punky  con su cuero apretado a las canillas, su imperdible en el párpado y su anarquía por bandera, coronado por un pelín engominado hacia la oreja? Pues claro que no, aberraciones las justas.

beata sunset

Aquí en la capi,  villorrio castellano, austero y formal por mucho imperialismo anglosajón que asimilemos, no es tan fácil encontrar pelus donde capten esa cosa rockera y asilvestrada que uno lleva dentro y que necesita llevar por fuera.

Bea y Nicole administran toda clase de estéticas, con especial detenimiento en las décadas de los 50 a los 80. Cuando las tribus urbanas organizaban sus rituales en torno a las músicas, cuando despuntaban las identidades por más méritos que lucir enjutos y con carácter en alguna telaraña social –los 90 sabrán perdonarme la licencia-.

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Como en la periferia del que pincha, sobrevuelan los ‘quiero el flequillo melancólico de la Bardott’, ‘me obsesiona Jane Birkin’ (a quién no) o ‘déjame como a Pizzorno’, además de ofrecer la definitiva olla al final del arcoíris: el maquillaje y las coloraciones fantasiosas.

¿Para hacerse una idea del resultado? Paseen por Malasaña o Conde Duque con la gafa de ver de cerca. O den con sus huesos en algún concierto del Madrid subterráneo, buena parte de la escena se prepara la cosa visible allí. Porque lo audible siempre está presente. Qué tendrá la música, que tanto nos embriaga, hunde o anima el día más tonto. Chi lo sá, lo importante es disfrutar. Para rizar el rizo, las Beata Sunset celebran las ocasiones especiales entre guateques y juerguistas. Así que sigan el ejemplo de las leyendas y bailen meneando el corazón mientras se desmelenan.

Beata Sunset

San Bernardino, 16

34 679 92 22 02