KK-culo, Kim Kardashian y sus generosos glúteos en portada. ¡Qué alboroto! En fin, algún Jeremías anunció que el Fin de los Tiempos sería al amanecer de los doble cero. Superado el –decepcionante- desenlace del efecto 2000, acomodados ya a las crisis de variado pelaje, olvidados del ébola -y de cualquier cosa de la que no se hable desde el altisonante speaker corner de Facebook-, de lo que estamos seguros es de estar asistiendo, no al deseado Apocalipsis, sino a la apoteosis mediática del Fin de la Espalda. Así es, amigos del F5. Déjense de coletas o de fugas de cerebros: si hay apéndice protagonista en los días que corren no es otro que el culo.
“Redondo, respingón y con el volumen justo”, así nos lo imponemos imaginamos entre nuestras principales prioridades para el año nuevo. Tener un buen culo es importantísimo. No para repatingarse sobre acogedora carnalidad, sino, por ejemplo, para montar una divertida performance con el champán en las fiestas venideras. O para tener relevante tema de lectura, pues no ha habido medio que ahorre mecenazgo al honorable atributo. El mayor bien no es pequeño, y los culos, sueños son, escribió un dramaturgo que se hizo muy popular.
Cómo será esta filia, cuando ni los sobacos peludos -tema controvertido donde los haya- han logrado arrebatarle ponderación y glosa. La humanidad entera ha soñado con un culo. El Culo. De una señora. Que tuvo un reality y que duerme con Kanye West.
Estos días, entre consternada, divertida, alucinada y muy aburrida, quizá usted se haya dicho –quizá yo también-, jamía ¿pa’ qué te vas a formar en solitaria materia enjundiosa, con el esfuerzo loco que requiere? ¿Para qué emperrarse en participar de la contienda feminista, si todos sabemos que las pobres son feas, frígidas y mascan tabaco con la boca abierta? Por no hablar de sus escurridas posaderas. Mujer, céntrate, ¿quién se ha inscrito por méritos impropios en la historia pop, al lado de Jesucristo, los Beatles, Walt Disney, Hitler, Marilyn Monroe o El Grito de Munch? ¿La bigotuda de la Curie o el insondable, el proceloso, el inyectado culo de la Karda? ¿El baile de Miley Cyrus o lo que sea que escribiera Colette?
Dirán que la historia pop no es el motor principal en la evolución de nuestras pobres mentes, ni siquiera en la Era Post-Internet. Y tendrán razón. Dirán que las pretendidas ‘roturas’ en la Red no son más que grietas temporales y que a un icono actual se lo engulle otro en un abrir y cerrar de pestañas; volverán a acertar. Dirán que hay que dirigirse a medios no masivos o directamente minoritarios: a la postre, Kim no hace más que rentabilizar su mayor talento, como hace un médico, un trilero de la Plaza Mayor o yo. Con dispares éxitos.
A lo mejor se descuelgan con que la realidad en las casas es otra, que a La Gente ™ y concretamente a las mujeres, nos importan la filosofía, el arte, la literatura, la ciencia, la política; cultivar aficiones como el macramé, el submarinismo en apnea o la entomología, y hacemos de lo que buenamente se nos queda en la mollera nuestro rotundo asentamiento en este raro y sorprendente mundo. Continúen, pues hay señoras adornadas con poderosas cualidades e incluso con suntuosos, admirables culos, y mi fe en la revolución es infinita. Por favor, sáquenme de la gatera con globos y una piñata cuando una tipa así acapare la atención sin hacer twerking.