Tengo una fantasía confesable. Un sueño recurrente que lubrica mis peores momentos de la consabida ‘vuelta al cole’. En este sueño, varias manos, ¡muchas manos!, me amasan sabiamente y yo me abandono, completamente entregada al olvido de las tensiones.
Pues bien: este, mi subterfugio imaginario, se ha materializado hace nadita, en Fariolen Manila. Una ‘casa del bienestar’ basada en las siempre ejemplares terapias asiáticas que ofrece el masaje a cuatro manos como tratamiento fetiche. Orgía de relajación, damas y caballeros del metal.
Nada más entrar, me acoge una penumbra monacal. Ni un rayo de luz perturba esta oscuridad en plena milla de oro madrileña. ‘Regamos’ la bienvenida con un té de peonía, flor emblema de la casa que aviva la circulación de la sangre, entre otras propiedades medicinales.
Ya entonada, me dejo caer cuan larga soy y me dispongo a que dos terapeutas, hombre y mujer, desbloqueen mis buenas carnes con rigurosa gestión pudorosa y de fuerza manual –él, torso; ella, piernas-.
Los masajistas filipinos de Fariolen Manila se precian de masajear no sólo con las manos, sino también con el alma. Doy buena cuenta del mimo y preocupación con que me tratan durante todo el tratamiento.
El masaje alterna acupresión y Shiatshu y activa los canales energéticos con objeto de desbloquear la energía estancada y devolver el equilibrio. Pero eso se notará después, en camilla me limito a ahogar expresiones de júbilo.
Muy recomendable para ejecutivos, esforzados autónomos, sufridos curritos, y cualquier persona que se note abotargada por la vida moderna. Aunque lo suyo sería sumarnos a la sana costumbre oriental de recibir un masaje como parte de una rutina de cuidado de uno mismo, sin necesidad de enfocarlo como un capricho o como desahogo del estrés.
La carta de masajes se completa con el masaje oriental, el más solicitado por sus milenarias bondades, además de tratamientos faciales, podales –ganas de probar éste-, peelings, envolturas de algas o barro mineromedicinal, piedras volcánicas, anticelulítico y reafirmante o masaje en pareja en cabina doble.
Abierto todos los días del año.
Precio masaje a cuatro manos: 82 euros / 50 minutos.
Lagasca 80
28001, Madrid
915761672