Ella es Ulía, amiga y tan experta en redes sociales que se fue a México y se quedó, aunque siempre vuelve. Y volvió por Navidad, y se pasó por la Clínica Rosales de Estética Dental para una visita con su amiga Dory con la misión de hacer un recordatorio de blanqueamiento, 20 años después. Y sonreír para contarlo.
Le va bien en su nueva vida y nos sigue sonriendo desde ese mágico país al que se están marchando muchos. Y con la sonrisa bien puesta. ¡Viva la movilidad exterior!
Uli nos cuenta su antes y después de ese blanco radiante, pero no nuclear. Un testimonio sobre una experiencia de belleza que permite liberar nuestra sonrisa. Gracias, Ulia por seguir ahí aunque estés al otro lado del charco. Un lujazo tenerte en la distancia.
El blanqueamiento es un proceso sencillo pero con un resultado increíble y la clave para sentirse libre de sonreír sin complejos.
Y es que es más importante una sonrisa resplandeciente que unos dientes en perfecto orden y tamaño.
En mi caso particular tuve muchos complejos de pequeña por un colmillo que sobresale del resto, cómo si tuviese vida propia.
Y eso me hacía sonreír con la boca cerrada.
Una vez decidimos que en vez de lanzarnos al aparato corrector apostaríamos por un blanqueamiento, todo dio un giro.
Realmente funcionó y me sentí comoda y sin complejos. Nunca haría un anuncio de sonrisas perfectas pero en mi vida perdí el miedo a sonreír enseñando mis dientes.
El proceso arranca con una limpieza profunda de dientes y encías. El buen estado de las encías es muy importante.
Luego se sigue con un tratamiento con laser para terminar con un tratamiento de un mes con un gel que te pones por las noches en unas fundas. Es un poco incomodo por la sensibilidad extra que se sufre en las encías durante el proceso, pero merece mucho la pena el resultado.
Este tratamiento completo lo hice hace unos casi veinte años. Y durante ese tiempo ha resistido. Cuando sentí que había perdido un poco, volví a acudir a consulta y sencillamente le hicimos una limpieza y el tratamiento durante unos quince días por las noches.
Los dientes recuperaron la luminosidad y me volví a sentir muy feliz por ello.
Dory de la Clinica Rosales, hace casi veinte años me dijo:
“Una vez hecho el blanqueamiento ten por seguro que tus dientes no regresaran al mismo color”
Es de los pocos lujos estéticos que me he dado y lo considero también un tratamiento de salud.
No se puede realizar si las encías están en buen estado y hay que cuidar mucho este aspecto.
Esta ha sido mi experiencia y la recomiendo mucho por su efectividad y la felicidad que te aporta.
Y efectivamente nunca regresaron al anterior color crema, solo el blanco quedó más apagado al paso del tiempo, algo casi imperceptible, pero que yo sí notaba.
Regresé casi una vida después para que me hiciesen un diagnostico del color y le hicimos un pequeño recordatorio con un tratamiento sencillo.
Yo salí más feliz que antes, porque no hay nada más especial que sentir la libertad de sonreír sin complejos a la vida.
Por ello y mucho más, es una de las grandes y mejores decisiones que he hecho en mi vida.
Gracias, Dory.
Clínica de Estética Dental Rosales
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