Sabemos que la vitamina D es necesaria para fijar el calcio a los huesos y que se produce con una exposición solar prudente.
Los últimos estudios arrojan nuevas herramientas de poder a nuestras vidas: el déficit de esta vitamina se asocia con el incremento del riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, diabetes, hipertensión y enfermedad cardiovascular.
Para curarnos en salud, los expertos recomiendan una rutina de cauteloso asoleamiento diario, especialmente necesario en personas mayores. Las estadísticas no son muy halagüeñas respecto a los depósitos de nuestros mayores: el 80% de los mayores de 65 años presenta insuficiencia. Entre el 10 y el 20% son directamente deficitarios. Este tipo de casos se encuentran, sobre todo, en las regiones menos soleadas del país.
La dieta solar debe ser ‘de pobre’, no te des a excesos. Alfonso Bordallo, profesor de postgrado de Fisioterapia y del área de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) recomienda “una exposición sin crema (los filtros solares impiden la síntesis de vitamina D) durante 10’ para los fototipos II, 20’ si eres fototipo III, antes de las 12AM o después de las 20:00”. “La forma ideal de hacerlo, afinando más”, continúa Bordallo, “es tomar el sol hasta que aparezca un ligero tono rosado. La cantidad ideal es la mitad del tiempo que nos ha llevado hasta esa dosis eritemática, así personalizamos la exposición para esa latitud y ese fototipo concretos. Es preferible hacerlo en días alternos, y reducir al mínimo el atracón vacacional en favor de tomar el sol el resto del año”.
La alimentación es otro pilar importante. En palabras del profesor Salas Salgado, Catedrático de Nutrición de la Universidad Rovira y Virgili, “conviene incluir alimentos ricos en vitamina D, como el pescado azul, el aceite de hígado de pescado, margarina, huevo, leche, derivados lácteos y alimentos fortificados”.
La cantidad diaria recomendada está establecida en torno a los 10 µg (microgramos), normalmente garantizados a través de la radiación solar y la alimentación.
“El embarazo, la lactancia y la menopausia requieren necesidades especiales”, añade Salas Salgado.”El uso de suplementos durante estas etapas, deberá ser valorado por un médico mediante análisis de sangre”.