Niños y sol, difícil ecuación. Todas las precauciones son pocas cuando se trata de exponer sus delicadas pieles al astro rey. La mayoría de los cánceres de piel tienen su origen en los primeros años de vida. Hablamos con dos dermatólogos para resolver dudas.
Las recomendaciones no son unánimes sobre el primer baño de sol, normalmente se habla de no exponer al sol a los bebés menores de 6 meses, pero Juan Ferrando, dermatólogo de la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología) es partidario de esperar “a partir del año, pero poco rato, en horas de poca intensidad solar: antes de las 12:00 o después de las 17:00 horas y siempre con fotoprotección”.
Montserrat Évole, dermatóloga pediátrica del Hospital La Fe de Valencia va más allá: “Se sabe que la piel de los niños menores de dos años presenta características anatómicas distintas a las del adulto, y por lo tanto tienen un mayor riesgo de sufrir daño por las radiaciones ultravioletas”. En su opinión “La mejor recomendación es que, cuanto menos sol tomen los niños, mejor”.
La recomendación del doctor Ferrando es clara: “Es muy importante evitar las quemaduras solares en la infancia pues se ha demostrado que el antecedente de éstas puede inducir a melanoma en la edad adulta”.
Compañeros imprescindibles son los gorros, ropa que les cubra al menos el tronco y a poder ser con SPF, gafas de sol, sombrilla y por supuesto, el fotoprotector. Montserrat Évole recuerda la importancia de que sean de amplio espectro, que protejan contra los rayos UVB y UVA, que ha de reaplicarse cada dos horas y que “hay que tener en cuenta que el número que indica el factor de protección solo se consigue si aplicamos 2 mg/cm2. Casi siempre aplicamos una cantidad menor, y por lo tanto también es menor el factor de protección que conseguimos”. Y como generalmente es difícil que un niño se esté quieto a pie de playa, mejor aplicarla en casa, tranquilamente, media hora antes.
Y no solo en la playa o en la piscina, los niños pasan mucho tiempo expuestos al sol en el colegio y ahora cuando acaben las clases, en los campamentos de verano. No olvides la fotoprotección antes de que salgan de casa, métela en la mochila y edúcalos para que se la reapliquen.
La elección del protector solar es otro asunto con mucha controversia. La doctora Évole recomienda “fotoprotectores con filtros inorgánicos, óxido de cinc y de titanio. Son poco cosméticos porque dejan la piel con una película blanca, pero son más seguros para la salud, porque no se absorben. Aunque la composición de los fotoprotectores pediátricos sea preferentemente de filtros inorgánicos, también llevan filtros orgánicos para conseguir un factor de protección solar más alto y algunos componentes pueden absorberse a través de la piel”
Saca la lupa y mira bien los ingredientes de los productos que aplicas sobre la piel de tus retoños, evita aquellos que contengan oxibenzona -un disruptor hormonal que los adultos más o menos podemos tolerar, pero que es particularmente peligroso en los niños- y octocrileno que puede causar fotoalergia.