Alrededor de las historias de éxito siempre hay muchas leyendas urbanas y Mercadona es uno de los ejemplos más claros. Imposible desmontar todo lo que circula sobre éstos supermercados valencianos, pero sí puedo contaros mi visita a los laboratorios RBN, de donde sale la cosmética Deliplus, esa que todo el mundo, lo confiese o no, utiliza o ha utilizado.
La historia comienza hace 24 años cuando Vicente Ruiz y Romualdo Bertomeu, dos amigos recién licenciados en Farmacia, comienzan a formular cosmética en la rebotica del padre de uno de ellos para sacarse algún dinero. Con una inversión de 200.000 pesetas fabrican 24 unidades (2 kilos) al baño maría. Fórmulas magistrales que elaboran con una batidora y que etiquetaban con una máquina de escribir. Con la máxima “¿Cómo no vas a querer lo mejor para tu madre?” comienzan a vender a su entorno más cercano. La cosa gusta y en un sólo año ya son cuatro personas y de la rebotica de 4 metros cuadrados se trasladan a una oficina de 70 donde además de formular, comienzan a investigar.
A principios de 1994 instalan el primer reactor, lo que les permite incrementar la producción y a finales de ese año Mercadona llama a su puerta. En 1999 comienza el crecimiento meteórico, se convierten en interproveedor de los supermercados gracias a su filosofía compartida: “satisfacer las necesidades del jefe (el consumidor) y ofrecerle siempre el mejor producto, con una buena imagen y al precio más competitivo”.
Pero sin duda el punto de inflexión llega en 2005, trasladan la fabricación a la Pobla de Vallbona y la plantilla ya supera el centenar de trabajadores. Dos años después aumentan la cartera de productos que fabrican para Mercadona y nacen la línea de hidratación corporal y la línea facial premium. En 2008 incorporan también la línea de fotoprotección y alcanzan los 400 empleados.
En 2009 todo el equipo estaba ya instalado en la Pobla de Vallbona, donde el año pasado ya ocupaban 37.000 metros cuadrados. En éstas modernas instalaciones a las afueras de Valencia, donde se han invertido alrededor de 61 millones de euros, RBN tiene uno de los laboratorios más modernos de Europa. Allí se producen nada más y nada menos que 975.000 unidades al día, las cifras marean, en 2012 produjeron 70 millones de unidades.
Fabrican más de 280 referencias con un equipo de 500 personas –24 trabajan en I+D+i en un laboratorio de 600 metros cuadrados- donde se respira muy buen ambiente. Con todos los que nos encontrábamos durante la visita, cruzábamos saludos y sonrisas. Los trabajadores están contentos: tienen una formación continua, cuentan con ayudas para guardería, para los abuelos que se quedan con sus nietos, tienen un margen de hora y media a la entrada y a la salida…
Y vosotras me preguntaréis cómo es posible bajar tanto los precios sin perder calidad. La visita casi privada -eramos sólo 3 periodistas- la hicimos acompañadas por Vicente Ruiz, con quien pudimos charlar tranquilamente y preguntarle todas nuestras dudas. Nos cuenta que pueden hacer productos baratos porque el elevado volumen de producción les permite conseguir mejores precios de sus proveedores de materias primas -que son las mismas 5 miltinacionales que proveen a todas las marcas europeas -. También lo consiguen, en palabras de Vicente, “hilando muy fino en costes ” y eliminando todo aquello que encarece el producto final y que no merma su calidad, como el gramaje del cartón -su densidad-, la tinta… Y todo ello bajo rigurosos controles durante todo el proceso e intentando disminuir el impacto medioambiental.
Fue una primera toma de contacto, en la que no profundizamos en las fórmulas, pero continuará…