Una de cada cuatro personas adictas son hiperactivas sin diagnosticar. El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se encuentra oculto tras muchos adultos que acuden al médico para desintoxicarse de alguna adicción.
Siempre pensamos en niños hiperactivos pero éstos se hacen mayores y si no se diagnostican y tratan correctamente, se convierten en adultos que utilizan las drogas como forma de “automedicación” ante el malestar y las complicaciones provocadas por lo síntomas.
En el caso de los menores, aunque el TDAH es muy difícil de diagnosticar, suele asociarse con problemas escolares, niños traviesos o que no son capaces de centrarse en nada. Pero en los adultos es todavía más complicado dar con el problema porque se camufla con otros como la ansiedad o la depresión. Muchos adultos descubren su trastorno al conocer el diagnóstico de sus hijos.
Según los expertos que se reunieron en el III Congreso Internacional de Patología Dual, el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad es un factor de riesgo para el desarrollo de un trastorno adictivo. Se calcula que entre el 31% y el 75% de los pacientes con dependencia de alcohol, el 35% de los pacientes cocaínomanos, el 17% de los pacientes en tratamiento de deshabituación con metadona cumplen los criterios de TDAH, aunque el cannabis y el tabaco son las sustancias de consumo más frecuente.
El reto pasa por el diagnóstico precoz y el tratamiento correcto a tiempo. Porque el TDAH puede ser muy peligroso si no se detecta a tiempo, pero si se reconoce y trata puede dar lugar a grandes talentos como John F. Kennedy, Bill Gates, Walt Disney o Michael Phelps, hiperactivos reconocidos.
Estos son los cinco signos que nos pueden hacer sospechar de la existencia del trastorno, aunque no basta con que el niño o adulto tenga los síntomas, éstos deben ser crónicos:
– No presta atención, no escucha.
– Inquieto, incapaz de relajarse.
– Habla y actúa sin pensar.
– Desorganizado y despistado.
– Impulsivo y pierde a menudo el control.
– Discute y contesta.