El otro día eché la cuenta de todos los productos de higiene que uso a diario. Me guardo el número exacto porque se me agolpa la sangre en las mejillas -y además me entra dolor de bolsillo-. Dejémoslo en que era una friolera. Y aunque no me consuela, intuyo que es una costumbre compartida. Sin embargo, ¿estamos más protegidas por usar chorrocientos productos? ¿O no hacemos más que acumular sustancias cuestionables en el organismo?
Habrá quien te diga que no, y seguramente lleve la chapita de una marca con su nombre de pila escrito debajo.
Habrá quien te diga que sí, posiblemente esgrimiendo teorías ‘revolucionarias’ acerca de una sobreprotección que acarrea alergias, e incluso las infecciones que se quiere evitar.
La higiene natural es la respuesta que ofrece esta última corriente. Una filosofía de cuidado corporal basada en el respeto por uno mismo y en la convivencia entre la persona y el medio-ambiente.
¿Y cómo puede filosofar una tal que así? ¿Hay que hacerse new age? No, basta con usar una cosmética natural libre de químicos nocivos, a base de pigmentos naturales, aceites vegetales, vitaminas, enzimas, ácidos cítricos y extractos de hierbas. Nada de perfumes sintéticos. ¿Nada? SOCORROOOOO…
No entres en pánico. Hay buenas soluciones para eliminar los residuos de la piel eficazmente sin añadir tóxicos.
Por ejemplo, para el desodorante, conviene evitar los que contienen sales de aluminio (fíjate bien porque son unos cuantos, y muy populares) y sustituirlos por piedra de alumbre. La razón es que la absorción sistémica a través de la axila es muy poderosa: hasta el 10% de las sustancias pasan a la sangre.
En casa te puedes fabricar un desodorante magnífico a base de tomillo y salvia dejándolos en infusión durante media hora y filtrando la mezcla. Mete el líquido resultante en un bote con pulverizador, y voilà!
En cuanto a la ducha, elige un jabón a base de aceites vegetales y extractos de hierbas, sin componentes sintéticos. Una vez por semana puedes contribuir a la renovación celular con un guante de crin, que además de estimular la circulación se ha demostrado que previene el cáncer de piel.
Para el pelo, evita los champús que contengan zinc pyrithione puesto que dificulta la regeneración normal de la piel (lo que equivale a descamación, esto es: caspa) y además puede desencadenar alergias.
Si quieres hacértelo tú misma, mezcla medio litro de infusión de saponaria con dos cucharadas de zumo de naranja y dos yemas de huevo batidas. ¡Rico, rico! Guárdalo en la nevera (sin confundirte con la mahonesa), y ¡a disfrutar de un pelo perfectamente limpio!
Si lo quieres limpiar en seco, mezcla una cucharada de harina de avena con 3 gotas de aceite esencial de romero. Deja que seque, masajea el cabello con ella y cepilla a conciencia: arrastra todas las impurezas.