Si le preguntamos al arquitecto Peter Marino qué le sugiere la expresión “el 68 francés”, seguramente no hable de agitadas revueltas estudiantiles. Sino de planos, mármoles, tragaluces y creativa decoración de interiores. Los de la nueva Maison Guerlain, en el número 68 de Champs-Élyssés.
Marino también es un revolucionario. Un soplo de aire fresco dentro del paradigma en que se desenvuelve, y muy apreciado por otros trabajos de remodelación de luxe. Como la boutique de Chanel de la Avenue Montaigne, la de Louis Vuitton en Singapur o las de Loewe de Valencia y Barcelona. Su particular 68 francés está siendo, como la describe, una “obra faraónica”. También podría haber sido un parto: se ha previsto una elaborada cocción de 9 meses. En septiembre se verá la luz al final del túnel.
La nueva boutique se inspira y refleja en la construcción original, de casi un siglo de antigüedad. Incorpora variaciones contemporáneas sobre el tema del “mármol sobre mármol”, punteadas por obras de arte atemporales elegidas por Peter Marino.
El 68 francés está lleno de historia. La responsabilidad es muy alta puesto que se trata de una boutique con muchos ‘títulos nobiliarios’ que avalan su linaje: está catalogada como monumento histórico, es la mayor boutique de belleza mundial dedicada a una sola firma, su instituto de belleza fue el primero en el mundo… Unas credenciales apabullantes. Propias de la gran familia del lujo francés, ciertamente inimitable para otras dinastías -como su repostería-.
El espacio fusiona modernidad con tradición, artistas innovadores con materiales nobles, en la idea de mantener el refinado código de la Maison. En sus recovecos se podrá acceder a espacios privados de consulta sobre perfume, tratamiento o maquillaje en los que reinará la intimidad y el sosiego.
Una inauguración decisiva dentro de la nueva era dorada del lujo, tan floreciente en estos tiempos de… la palabra prohibida.