Entrevista con Carmen Navarro, belleza inteligente, relajada y activa

Un día de viento racheado quedé a comer con Carmen Navarro, quería hablar tranquilamente con ella y hacer un intento de entrevista, después de tantos años de conocerla y disfrutarla en sus salones de belleza. Pobre de mí, incluso llevaba las preguntas apuntadas. Carmen es mucha Carmen, y hay que conocerla. Es una mujer sabia, que lleva su profesión acuestas y el arte de hacerte sentir bien siempre con ella. Dice que lo suyo es servir al público. Y siempre lo hace con generosidad.

De conversación ágil, fácil y cariñosa, empieza a hablar antes de formular cualquier pregunta, siempre por delante de los acontecimientos, así ha sido también su flamante trayectoria profesional dentro del mundo de la estética y las terapias. Carmen es una de esas mujeres adelantadas a su tiempo. Una gran señora.

Su resplandeciente aura zen y su sonrisa budista te sitúan bajo su clarividente y profunda mirada, demasiado acostumbrada a diagnosticar la belleza de las mujeres. Hay una magia que transciende por encima de las palabras. Al final no sabía quién era la entrevistada si ella o yo. Con Carmen es complicado no entrar en complicidad. Eres su amiga o su enemiga. Yo soy amiga desde hace tiempo. Formo parte de ese clan suyo, a pesar de que suelo ser una persona bastante impermeable en todas mis relaciones profesionales por aquello de no perder esa imposible objetividad de la que suelo hacer gala, a pesar de los quereres irresistibles.

Me susurra que a tenor de su reciente libro Belleza Inteligente (Martínez Roca), hay quién le ha dicho: Ya sé quién ha sido tu negra. “Claro, Raquel Roca es la redactora que ha recopilado todo lo que yo le he ido contando. Pero si os la presenté a todas, estaba en la comida de presentación del libro” explica con toda la tranquilidad del mundo.

Se deshace en halagos hacia la prensa , su feliz familia y todas las personas que la han ayudado a lo largo de su impresionante trayectoria. Es generosa y agradecida y el karma le responde adecuadamente. No olvida, “ejercito la memoria” dice, y su cabeza funciona cada vez mejor. A sus maravillosos 71 años es una empresaria con una actividad frenética. Su móvil se revuelve en vibraciones cada dos por tres, se coloca el auricular y resuelve cualquier pequeña crisis surgida en alguno de sus 5 salones (4 en Madrid y uno en Sevilla) como quien sopla una vela aromática.

Carmen Navarro es algo más que una esteticista, empresaria de éxito, gurú y… una gran trabajadora con 40 años de trayectoria creciente. En 2011 lanzó su propia marca cosmética Terrapura, en este 2013 acaba de recibir la Medalla de Oro del Foro Europa y publicado su libro Belleza Inteligente, donde aparece una breve sinopsis de su vida, consejos practicos divididos por edades y tipos de piel, además de algunos testimonios de famosas que le confían su belleza. “Es la primera vez en mi vida que pido un favor a este tipo de personajes. Hay cosas que se saben pero nunca he querido traicionar la privacidad de las personas.  Alaska viene desde que tenía el salón en el piso de Nicasio Gallego, también Eugenia Silva, Carmen Lomana o Béatrice de Orléans. Pero nunca quiero hablar de ello. Ha sido una exigencia de marketing de la editorial”

“Gracias a la prensa yo estoy donde estoy, también está mi esfuerzo, pero la prensa ha hecho una labor muy importante, impagable por mi parte. Antes la estética era una asignatura desconocida. Mi padre decía que yo lo que hacía era un lavao de cara, ahora sí se sabe muchísimo. Creo que la labor de comunicación de las periodistas de belleza ha sido clave, las quiero muchísimo”.

¿Qué relaciones profesionales le han marcado más?

“Rossy Martínez Burgos y Patricia Reina desde su gabinete de prensa fueron un impulso tremendo. Es de mal nacidos no ser agradecidos. La prensa es un vehículo muy  motivador, cada vez que me pedis algo, me hacéis estar al día y trabajar. Las casas de cosmética me aportan también muchos conocimientos: viajes, formación, preparación, todos los cursos habidos y por haber. Luego hay otra parte psiscológica que ha influido mucho en mi forma de entender la belleza. Grandes personajes del mundo del budismo – control mental, meditación espiritual…Llegué  a ser alumna de José Silva, me sirvió mucho porque me enseñó a comprender que estamos en un mundo de servicio y hay que sabes estar controlada y conectada.  Fui una pionera en practicar yoga, shiatsu, sofrología, kinesologia, artes marciales, reflexoterapia podal, acupuntura…Todo lo aprovecho para enriquecer la estética”.

Menciona a su marido Paco, a su padre, a su hijo Francisco, y a su amiga María Teresa, astróloga y compañera de muchos viajes que hicieron por la India para descubrir la medicina tibetana y entrar en contacto con diversos lamas sanadores.  Experiencias que asegura cambiaron su vida. Cuando en Katmandú sólo había hippies flipando con la psicodelia, allí también estaba Carmen Navarro viendo la luz: las cosas materiales no te dan la felicidad. El tener sólo te trae más preocupaciones, entre otras, que te puedan quitar las cosas.

Tiene una legión de fans…

“Sí, mis clientas también querían venir a la presentación y hasta escribir en el libro. Pero no me gusta mezclar las cosas, prodigarme en fiestas, bodas y eventos…Una cosa es la amistad y mis clientas otra, ellas vienen porque les gusta lo que se hacen en mis centros.”

Y ahí va mi primera pregunta: ¿cuáles han sido los cambios más importantes dentro de la estética desde que empezaste?

“Mi mente ha cambiado, al principio lo que te enseñan es que no somos vendedoras somos terapeutas, pero yo ahora entreno a mis equipos para que prescriban la cosmética adecuada a cada tipo de problema. Igual que los médicos. Nosotras vemos un tipo de piel y una problemática, entonces tengo que proponer el tratamiento cosmético adecuado para que mantengan su piel en el día a día en su casa, porque a mi centro vienen una vez al mes o a realizarse un tratamiento determinado“.

“Antes las manos de una esteticista era lo más importante. Qué manos tienes, cómo me has dejado, me decían, entonces el ego te subía una barbaridad. Y sí, las manos son fundamentales, pero queremos resolver problemas y ofrecer el tratamiento más adecuado. Siempre he utilizado aparatos. Llevo muchos años comprando lo último y lo mejor para mi clienta, tanto en aparatología como en cosmética, no escatimo en productos: Maria Galland, Babor...”

Compatibiliza la tecnología, la medicina estética y el pensamiento zen.

“Yo quiero silencio, velas, aromas, mascarillas, nunca dejamos sola a la clienta en la camilla, realizamos un trabajo integral. Relajar en lugar de hablar, dejar que la persona se relaje, así su energía fluye y recibe mejor todo lo que le damos. Y lo tengo todo: fotodepilación, láser fraxelado, de diodo y a grandes doctores que inyectan lo necesario para verse mejor. Nos gusta resolver problemas”.

¿Qué es para tí la belleza inteligente?

“Saber envejecer dignamente. La belleza es interior, ni Barbies, ni nada…Es un poco el saber estar en cada momento. El aquí y ahora que repetía el loro de Herman Hesse en La Isla. Tenemos que cuidarnos a nivel global. La alegría es fundamental, las personas bellas tienen una mirada especial. Puedes tener problemas pero si estás bien contigo misma consigues la verdadera felicidad. A mi equipo le intento transmitir ese amor, esa paz interior para poder alcanzar la armonía. Todo el mundo tiene una parte bella internamente y externamente. Hay que saber sacarle el mayor provecho. Mi equipo tiene que pensar con la misma filosofía que yo. A la clienta hay que darle lsiempre todo lo mejor sin escatimar en nada”.

¿Qué haces para tener esa cara?

“De vez en cuando el Dr. Chams me pone inyecciones de vitaminas y me noto mucho mejor en las fotos. El Botox no me gusta tanto, me va fatal para las patas de gallo, pero a todo el mundo no le sienta igual. Prefiero el ácido hialurónico bien puesto. La Dra. Purina Espallargas y el Dr. Bachelier son fantásticos pinchando. También llevo hilo de oro desde los 48 años , hice un poco de Conejillo de Indias del Dr. Jesús Sierra cuando se empezaba a practicar en España”.

¿Qué problemas son los más complicados de resolver en estética? 

“La flacidez es dificilísima, las manchas ya se resuelven y las arrugas también, a base de peelings como el Cosmelan y determinados tipos de láser que no dejan ningún tipo de señal. Son tratamientos algo desagradables, pero funcionan”.

¿Avances destacables? 

“Los láseres de depilación, aunque  no es verdad que desaparezca el vello del todo. La aparatología en láseres diodo y láser fraxelado para borrar arrugas, cicatrices, y la cosmética inteligente que permite una mayor penetracion de activos, los sueros de alta concentración, los factores de crecimiento…La estética ha avanzado mucho en estos últimos años”.

¿Cómo fue tu acercamiento al mundo de la estética?

“Había hecho cursos de cocina, de corte y confección, y  casualmente por acompañar a mi prima Finita acudí a un curso de estética con Blanca de Barberá, una esteticista formada en Francia que era buenísima. Aprendí mucho, antes de terminar le dí un masaje a la tía de María Asunción, y me dijo: ¡qué manos tienes..! y hasta ahora”.

“Bueno, y ahora pensando un poco, me doy cuenta que mi padre me influyó en gran medida, porque de los 6 hermanos, yo era la que hacía más ruido. Era muy cariñosa, me sentaba en las rodillas de mi padre y le empezaba a dar besos. Yo creo que a él le daba verguenza…y cuando me ponía así decía: por favor, llevénsela que está muy nerviosa. Esa “etiqueta” impuesta me llevo a dedicarme a los temas de relajación: sofrología, control mental.

“Me decían, esta niña no vale para conducir es muy nerviosa. Al final me saqué el carnet de conducir, aunque no me gusta. Pero cuando me propongo algo, lo hago”.

¿De ahí tu éxito?

“Bueno, también cuento con la ayuda de la programación.”

¿Programación?

“Sí, puedes programar lo que quieras. Cuando empecé en mi primer salón y las cosas estaban flojas, me tiraba al suelo, practicaba la relajación total, me iba mentalmente a mi lugar de descanso, situaba a la derecha a mis maestros espirituales para que me ayudaran y pedía, por ejemplo quiero que se llene el centro hasta los topes. Rompía lo malo, lo tiraba y enseguida empezaban a llamar por teléfono. Cosas de esas, sabes…”

www.carmennavarro.com

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