Brumalis no es una floristería al uso, la sensibilidad de sus creadoras y su ubicación en calle Covarrubias, 20, la convierten en un paraíso floral donde olvidarse del ritmo frenético de la ciudad, entre coronas, ramos de novia, tiaras para el pelo y mucho más…
Detrás de Brumalis están Loreto y Mariluz. Fueron compañeras de universidad, tomaron caminos separados pero la vida volvió a unirlas y descubrieron que durante ese tiempo, habían dedicado sus ratos libres, de manera autodidacta, a su pasión: las flores. Cuando alguna amiga se casaba, o alguien necesitaba un arreglo floral, ellas lo hacían. Así que decidieron convertir su pasión en su profesión. Y aunque parece que éstas emprendedoras de éxito lleven toda la vida trabajando juntas, el proyecto tiene poco más de un año. En los dos casos, su amor por las flores y la jardinería viene de familia. Loreto me cuenta cómo ayudaba siempre a su abuela a hacer arreglos florales.
En estos meses tienen sus días de más trabajo, colaboran en el servicio de organización de bodas, y en esta época no paran. Decorar el espacio donde se va a celebrar el enlace, preparar el ramo de novia o realizar la corona que va a llevar sobre su pelo la novia o incluso tocados en flor para las invitadas.
Se reúnen con la clienta para saber lo que quiere y poder construirlo con las flores. Lo mejor, “cuando una clienta me dice, haz lo que tú quieras, ese momento creativo en el que te dan libertad absoluta”. Y siempre lo más importante es que “quien lleva la corona se sienta cómoda. Por muy de moda que estén ahora las peonías, si lo que a tí te gustan son las margaritas, no tiene sentido que vayas en contra de tus gustos”.
Utilizan flores secas -algunas las secan ellas, otras las compran-, preservadas -un proceso con el que consiguen que parezcan frescas pero duran para siempre si se conservan bien-, algunas las tiñen… La procedencia, de todo el mundo, desde algunas que recogen ellas del campo, a las que comprar, principalmente en España -“hay que apoyar el producto nacional”, me dicen- y a Holanda y Ecuador. Su flor fetiche, el eryngium, un cardo azul.
Su proyecto más complicado, “el día a día, hacer las facturas, los presupuestos, gestionar los pedidos, compatibilizar el horario de la tienda con su vida personal…”
Para las más curiosas que os preguntéis el porqué del nombre, Linneo fue un botánico sueco que creó un calendario floral en el que dividió el año según las floraciones de cada etapa. Brumalis es, en este almanaque, el mes del declive invernal, desde la última planta, hasta el solsticio de invierno.
Calle Covarrubias, 20
Madrid