El miedo es algo que casi todas las personas hemos sentido alguna vez. Vivir con miedo es algo cotidiano para muchas personas y no importa que sea real o imaginario, en el universo de quien lo padece, nada puede convencerlo de que es posible que el terror sólo exista en su cabeza. Angelina Jolie, en un gesto que ha conmovido al mundo entero, ha decidido someterse a una doble masectomía preventiva porque no quiere vivir con miedo. Las probabilidades médicas han sido sus aliadas a la hora de tomar una decisión que cobra aún mayor dimensión por su carrera y su reputación de “sex symbol” universal. Entre ella y su miedo; ella se ha elegido a sí misma. Y es que vivir con miedo es no vivir.
Arquitectura del miedo
El miedo es una emoción humana generada a partir de la percepción de peligro o amenaza, generando grandes dosis de ansiedad a quien lo padece. Es lesivo y paralizante, pero su razón de existir tiene un sentido. El miedo se genera dentro de la amígdala, una estructura cerebral encargada de gestionar el afecto, la agresión y el propio miedo y considerada centro de identificación del peligro. Gracias a ella hemos sobrevivido como especie frente a otras más fuertes ya que al ser activada desencadena ansiedad y estados de alerta, preparándonos para la huida o la lucha.
En el caso de Angelina; su miedo más importante ha sido expresado como “no poder envejecer al lado de su marido y sus hijos”. Un miedo exógeno, legítimo y abordable con una solución radical. “Si anticipo que se me va a pudrir un brazo, me lo corto”. La recompensa es más que plausible; vivir sin miedo. No analizaremos aquí si el miedo tiene una base realista o no. Ella ha recabado suficientes evidencias empíricas (médicas; las más empíricas de todas) para justificar su decisión; una decisión calificada de “heroica” por su propio marido, Brad Pitt y de precipitada por otros.
El miedo sólo existe en relación con algo (real o imaginario). No puede darse por sí solo, aislado. El miedo abstracto no existe. Hay miedo a lo conocido y a lo que desconocemos, a lo que uno ha hecho o a lo que uno pueda llegar a hacer, al pasado o al futuro. La relación entre lo que uno es o lo que uno debería ser produce miedo y la ansiedad (su pariente más cercano). El miedo está en el conflicto de los opuestos. Por ejemplo: el culto al triunfo trae aparejado el miedo al fracaso. Produce miedo en su versión más inaprensible, la mente en su lucha por existir (llamémosle la supervivencia del ego).
¿Qué hacer cuando nos ataca el miedo?
Desde el punto de vista del coaching, el miedo se trata como una emoción más. Tremendamente útil porque apunta una flecha fluorescente directamente a áreas de nuestra vida que nos generan conflicto y en las que podemos mejorar. La clave está en no dejar que el miedo nos paralice. Para ello, los tres pasos previos serían:
1) Escucharlo (darle un espacio)
hmm…sí… algo me pasa en relación a este asunto, hay signos externos corporales que me lo indican. Tengo angustia en el pecho, se me acelera el corazón, la cabeza me da vueltas, respiro rápido…
2) Reconocerlo (nombrarlo)
Esto es miedo. Miedo a esta situación , persona, cosa. Esto me está pasando en estos momentos. Estoy teniendo miedo
3) Enfrentarlo (sin juzgarlo)
No lo juzgo, solo lo miro de frente, es solo miedo. Una emoción que me hace sentir mal, pero es solo eso.
Los miedos son muchas veces como los nidos de ratas; una vez las enfocas con una linterna, salen todas despavoridas. El miedo se alimenta de más miedo y éste a su vez de la negación o evitación. Enfrentar un miedo es muchas veces un gesto suficiente para debilitarlo, transformarlo o eliminarlo de por vida. Así rompemos su cadena: coraje y valentía, auténticas ganas de sentirse mejor y desear superar una situación que nos impide estar en paz, son los eslabones principales.
La mente; su trabajo es generar el miedo
Resistirse a un miedo le da gasolina a la mente para hacerlo mayor. Aliarse a él, lo destruirá, porque en realidad lo que hacemos es no oponer resistencia intelectual a la mente, que querrá más y más gasolina intelectual, análisis racional, vueltas y vueltas alrededor.
La mente es la generadora del miedo (que toma forma en reacción a un pensamiento, idea o situación interpretada). Cuando la mente analiza el miedo con la intención de encontrar la causa y librarse de él, lo que hace es enrocarse aún más inconscientemente, magnificándolo. No se puede combatir a la mente desde la mente. Cuando uno usa el análisis para dilucidar la confusión, está incrementando la resistencia, ya que encontrar la causa (proceso racional) es el camino opuesto a aceptar sin más (proceso espiritual que no tiene en cuenta a la mente).
Decía la cantante Nina Simone que “la libertad es no tener miedo”. Y se trata justamente de esto. De ser libres.
La propuesta es pues, aceptar el miedo como tal, sin buscar las causas y con la mera aceptación vendrán dosis de liberación y alivio. No es un proceso racional sino existencial. Angelina Jolie, lo ha tenido claro; ha visto su miedo, le ha puesto nombre y lo ha enfrentado de la manera que le ha parecido mejor.
Vivir sin miedo es una recompensa que exige una acto de heroicidad, tal y como nos lo ha demostrado la actriz de las esmeraldas en los ojos.