En estos tiempos de agitación convulsa, de sobres misteriosos, de cuadernos borderlines y de em-palmar una sensación con otra (de rabia con impotencia, por ejemplo), nos asaltan, al parecer, miedos difusos. Como por ejemplo, que la gente vaya a arremeter una contra otra con su último bolso. “Ganas no les deben faltar”, pensarán nuestras autoridades.
Los clutch con cierre de puño americano, que yo sepa, no eran novedad (McQueen los popularizó hace unos añitos ya). La novedad tampoco es que los plagien sin recato alguno –pues menuda novedad, te dirás en tu casa-. La cosa novedosa y fantabulosa es que hayan retirado una partida de bolsos clonados en Tarragona aduciendo su aspecto asesino, la evidencia del asa como arma. Casi, casi, una invitación explícita a la violencia.
¿Era el rock la música del demonio?
Pues nunca se terminó de saber a ciencia cierta. Pero intuyo que no, que ni el rock era capaz de convertir a una dulce y recatada cordera en una bestia sin límites, ni el clutch con puño americano puede generar más violencia física que la que ya empleen sus ejecutores con esas manitas y sus abalorios.
La idea, supongo, es prevenir antes que curar. Así, la Guardia Civil de Tarragona acaba de incautar de un establecimiento 26 bolsos con el puño de marras al considerarlos peligrosos. “Imagina que una persona impacta contra otra, puede ser mortal de necesidad”, ha comentado Ginés Parra, Teniente Interventor de Explosivos de la Guardia Civil.
Los comerciantes se enfrentan a una multa de unos 1500 euros.
No se puede negar que suceden muchas cosas fascinantes y rocambolescas todos los días. Entre ellas, esta nueva corriente de prohibicionismo moralizante destinado a protegernos los unos de los otros en un extremo ridículo. Todo sea que sigan con estas evidencias y dejen tranquila la lejía, los cinturones, los cordones de los zapatos, los anillos de pinchos, los envases de cristal, los de lata, los bolígrafos, los cuchillos y tenedores, las tijeras, el abono para plantas, los discursos de Salvador Sostres y todas esas armas de destrucción masiva que tenemos a mano. No vaya a ser que, con todo lo que se nos está viniendo encima, un día nos levantemos como Michael Douglas en “Un día de furia” y lo de menos sea el bolsito.