La Navidad es otra de esas tantas cuestiones bipolares, se ama o se odia. El debate –el debate aburre, no hay mucho más- se reabre cada año y cada año asistimos a la lírica de defensores y detractores raja que te raja sobre: el consumismo desmedido, la familia, a favor o en contra, lo maravilloso de reunirnos en fechas tan señaladas, la conveniencia de celebrar o no los Reyes, o si gusta mucho o poco la decoración de la ciudad. Un blablablá eterno.
Yo creo que a estas alturas de vida, cada uno tiene ya muy claro cómo enfocar el trance navideño. ¿Cómo te lo montas tú?
Yo intento disfrutarlo a tope, ¡que es una fiesta! Hay que celebrarlo todo, incluso el Año Nuevo Chino o Acción de Gracias, por qué no. Alegría. Y más este año, que me da a mí que vamos a tener unas navidades más bien low cost que derrochonas.
Uno de los miedos más extendidos es el del consabido engorde. Esas mesas bien vestidas y repletas de comida opulenta, en nuestro primer mundo significan lorcita y entusiasta puesta a punto en el gym en enero –para dejarlo en febrero, otra de esas maravillas tópicas a las que nos entregamos-
Tenemos muy en cuenta nuestro michelín y leemos de pe a pa los clásicos consejos nutricionales de temporada, pero, ¿a que no tenemos en cuenta los dientecitos que nos permiten despedazar el pavo? Pues no, son los olvidados de la fiesta, y sin embargo son los primeros en sufrir la sobredosis de azúcares simplones y de alcohol.
Este año innovamos un poco con los temas de temporada. Apunta estos consejos preventivos para que tus dientes sobrevivan, un año más, a la dulce Navidad.
- Si te gusta el turrón, ataca el duro antes que el blando: es mejor que éste por su gran contenido en almendra y bajo en azúcar.
- El champán es tan tradicional en Navidad como el HO, HO, HO. Este año sortea elegantemente las tradiciones y decántate por el vino tinto antes que por el blanco y el champán, ambos son bastante erosivos para el esmalte.
- El chocolate con alta concentración de cacao (al 70% o más) es el que menos azúcares contiene. Alarga hacia él la manita, dejará menos residuos sobe tus dientes –y además, protege tu corazón de las emociones fuertes, como que se te eche encima un batallón de tías segundas-
- Cuidado con los alimentos etiquetados ‘sin azúcar’. Lee bien la letra pequeña, pueden contener derivados aún peores que el temido polvo blanco.
- Nuestro rico aceite de oliva es oro. Tanto, que deja una película de grasita buena e invisible sobre los dientes que la caries es incapaz de atravesar. Si el postre va a ser dulce, incluye una ensalada con aceite de oliva.
- Ten a mano chicle sin azúcar. Estimula la producción de saliva, que neutraliza el PH ácido de las bacterias, y limpia la superficie de tus piezas dentales.
- Las noches navideñas son de las más álgidas en nocturnidad y alevosía. Si consumes bebidas energéticas, acompáñalas con algo sólido, porque poseen un componente ácido que puede desgastar el esmalte dental.
- Hazte con un kit dental de bolsillo y llévalo contigo. Bastarán dos minutos tras cada comilona para salvar tu conciencia, ¡y a tus dientes! Incluye en él una pasta con xilitol y peróxido de carbamida.
Aprovecha esos dientes en forma para comerte la vida y sonreír al mundo, quién sabe si serán las últimas navidades que pasemos juntos. ¡Feliz Navidad!