El miedo al dolor es paralizante, incontrolable, no queremos sufrir y eso hace que mucha gente se desmaye simplemente con ver una aguja o una gota de sangre, por no hablar del miedo irracional -o no tan irracional- que prácticamente todo el mundo tiene al dentista. Según un estudio publicado hace tres años por la Fundación Grünenthal, el miedo al dolor físico, llamado ‘algofobia’, es el temor más acusado del siglo XXI –en la segunda mitad del siglo XX era el miedo a volar, y antes el miedo a ser enterrado vivo-, por eso, en los últimos 15 años se han creado más analgésicos que en todo el resto de la historia de la farmacología. Evitar que aparezca el dolor por todos los medios.
Pero a pesar de los analgésicos, la mente es libre y difícil de mantener a raya, tenemos miedo a tener el dolor antes de que este se manifieste. Por eso la tecnología acude en nuestra ayuda: un sistema de realidad virtual permite distraer el miedo al dolor y el dolor mismo de los pacientes que deben someterse a una intervención.
Su nombre, que no podía estar mejor elegido es Isla Calma, que no traslada nuestro cuerpo a una isla paradisiaca y en perfecta calma, pero parece que sí nuestra mente. Desarrollada por la empresa española Nesplora, es fruto de diez años de investigaciones sobre la aplicación de la realidad virtual en el dolor. Es un software que permite al paciente, a través de unas gafas de 3D, sumergirse en un escenario e interactuar con él.
Los psicólogos de Nesplora han observado que la percepción del dolor tiene un importante componente psicológico en el que la atención juega un papel clave y han comprobado que cuando la atención del paciente está concentrada en un entorno de realidad virtual, el umbral a partir del cual se siente el dolor se eleva.
El programa dura unas tres horas, aunque puede interrumpirse o reanudarse en cualquier momento. El paciente sabe en todo momento como interactuar, con lo cual no interfiere en ningún momento en la labor del médico. Hay 8 escenarios donde se desarrolla la acción, desde un jardín japonés con un estanque de carpas hasta el mar o una colonia de tortugas, y el paisaje y la música favorecen la relajación.
El sistema tiene su principal aplicación en consultas dentales, en unidades del dolor y tratamientos crónicos, intervenciones con anestesia parcial, centros sanitarios que realizan procedimientos molestos o dolorosos, como las biopsias…