Hoy en día el que no está en crisis es un auténtico afortunado. Por eso intentamos no sólo hablaros de tratamientos y cosméticos maravillosos que para conseguirlos tienes que entregar un riñón o los dos. Existen tratamientos y marcas cosméticas que merecen la pena y que te permitirán seguir cuidándote sin dejarte en ello ese dinero que tan contado tienes. Protocolos de belleza accesibles que te pueden solucionar más de un regalo o que te puedes regalar a ti misma, de vez en cuando, ¡porque te lo has ganado!
Yves Rocher ha cambiado de un año a esta parte, en un ambicioso plan, la imagen de todos sus puntos de venta. Nuevas tiendas bajo el concepto de taller de la Cosmétique Végétale, el último que ha abierto sus puertas en el del nuevo Centro Comercial Gran Plaza de Majadahonda. Su unión con la naturaleza no es nueva, la firma francesa, fundada en 1958, fue pionera en el uso moderno de ingredientes naturales en los cosméticos. La idea es que las tiendas se conviertan en un taller de conocimiento y experiencia dividido en tres espacios: el mercado de plantas –con plantas naturales y los productos de temporada ocupando un lugar principal-, el laboratorio vegetal –un punto de vista botánico y científico de las plantas- y finalmente el centro de estética con una completa carta de tratamientos a precios asequibles: corporales, faciales, masajes sensoriales, maquillaje, depilación…
Y para hablaros de los tratamientos desde la experiencia, me fui a la tienda Yves Rocher de la calle Goya a probar el nuevo protocolo facial Activador de la Hidratación. Ahora en verano, con el ambiente tan seco que tenemos en Madrid -que parece que el asfalto te va atrapar, para hacerte desaparecer del mapa- me venía ‘como anillo al dedo’. En esta céntrica tienda de la capital, cuentan con un gran número de cabinas donde realizan todos sus protocolos. En la mía me esperaba Cristina para probar en mi piel este nuevo tratamiento, a base de frutas, las grandes aliadas antioxidantes para nuestra alimentación veraniega y como veis, también para nuestra piel.
El ritual comienza con un masaje de bienvenida, que más bien podría llamarse masaje de desconexión, porque te sirve para dejar las preocupaciones y todo lo que te ronda la cabeza en la puerta y decidir concienzudamente, que durante esa hora toca disfrutar. Durante ese masaje, te colocan una mascarilla de semillas de amaranto en los ojos.
El siguiente paso es limpiar la piel con un gel de jalea real y desmaquillar ojos y labios con el desmaquillante bifásico de agua de aciano. Después comienza una limpieza más profunda de la piel, eso es algo que me gustó mucho del tratamiento, muchos de los que probamos se limitan a una exfoliación y listo, aquí sales con una limpieza en profundidad. Para conseguirlo, primero se realiza una desincrustación para después colocar vapor durante unos minutos para que se abran bien los poros. A continuación llega el único momento un poco molesto, porque realizan una extracción manual de toda la suciedad para dejar la piel completamente libre de impurezas. A continuación, se aplica alta frecuencia para calmar la piel y desinfectarla.
El siguiente paso es el peeling a base de flor de tilo y nuez moscada, una exfoliación en dos partes, primero sólida y luego líquida y que en los dos casos no se retira con agua, sino con la mano: la esteticista va haciendo un masaje sobre el rostro exfoliando y a la vez retirando el producto -¡interesante!-.
Después llega el momento de la mascarilla de algas, y para que penetre mejor, se realiza un masaje con una crema a base de un cóctel de frutas. Después se retira y por último se aplica un concentrado, también de frutas, hidratante y con efecto tensor.
El resultado he de deciros que es muy satisfactorio, la piel queda hidratada, realmente libre de impurezas y mucho más luminosa. Además, para que puedas continuar con tu actividad, para acabar te aplican un toque de maquillaje.
Es un tratamiento adaptado a las pieles que tienen una carencia de agua puntual. Todos los productos utilizados en el protocolo están testados dermatológica y oftalmológicamente y son de origen vegetal.
Precio: 38 euros / 1 hora.