Dicen que de casta le viene al galgo y Jacqueline Lee Bouvier, antes de casarse con el que sería el 35º presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, o con el magnate griego Aristóteles Onassis, ya era una joven de la alta sociedad de Nueva York. Jackie tenía una educación exquisita. Estudió en la Universidad de Georgetown de Washington y posteriormente en la Sorbona de París y hablaba español y francés con fluidez algo que le benefició enormemente tras su matrimonio con Kennedy.
Durante su período como primera dama promovió la vida cultural y artística de la Casa Blanca invitando a artistas pero también a premios Nobel transformando así las tediosas cenas de Estado en reuniones amenas y de gran interés. La pareja formada por John y Jackie era perfecta: eran jóvenes, ricos y muy atractivos.
A Jackie le encantaba la moda. Era muy atractiva y con una bonita figura así es que todos los grandes de la moda se peleaban por que luciera sus vestidos. Oleg Cassini, Christian Dior, Givenchy, Valentino, Hermès, Chanel …
Era tal su elegancia y estilo que durante un viaje oficial a París, al ver la admiración que su mujer despertaba, JFK terminó por presentarse con cierta sorna como “el marido de Jacqueline Kennedy”.
Era una mujer que sabía lo que le sentaba bien y creó un estilo de vestir. Desde los sombreritos conocidos como ‘pill box’, los trajes chaquetas de colores claros: blanco, rosa… O los vestidos en forma de A, que hoy en día se conocen como vestidos Jackie. Son esos retro muy años 60, sin hombros con el cuello redondo, y un largo hasta la rodilla. Sencillos, clásico pero muy estilosos. Todo un icono de la moda.
Tras el asesinato del presidente Kennedy, Jackie se ganó la admiración del mundo por su serenidad. Es impresionante verla seguir el cortejo fúnebre vestida de luto riguroso, llevando de la mano a sus dos hijos: Caroline y John John. El periódico británico The London Evening Standard dijo de ella: “Jacqueline Kennedy ha dado al pueblo estadounidense una cosa que siempre habían deseado: majestuosidad”.
Pues eso es lo que tenía, porte, elegancia y saber estar. Una mujer que sabía el poder de atracción que ejercía y que brindó una lección de estilo y clase. Algo que algunas de nuestras ‘famosas’ nacionales carecen absolutamento de ello. Porque, que Belén Esteban se vista como una hortera tiene un pase. La pobre no ha tenido una gran educación. Pero que Ana Obregón, viniendo de una familia potentada y con todo el dinero del mundo se vista de esa manera… Sí, me dirás, todo lo que lleva es de buenas marca; pero tal y como lo luce y como lo combina és de muy mal gusto.
Deberían aprender un poco de Jackie. En moda, a veces, menos es más.