¿Conoces la firma Zelens? Si no es así es porque hasta ahora tenía una distribución bastante exclusiva enfocada a una minoría de connoiseurs. Gracias al abaratamiento del packaging, antes en lujoso envase de cristal y ahora en materiales menos nobles, Zelens amplía canal de venta con las cadenas Marionnaud y se acerca a todas las pieles manteniendo una tecnología rigurosísimamente investigada en primera persona por su artífice: el doctor Marko Lens.
Lens es cirujano plástico y reparador, pero su principal aval es su reconocida autoridad mundial en el campo de la investigación (y tratamiento) del cáncer de piel y del envejecimiento cutáneo.
Ayer estuvo en Madrid dando una master class fascinante sobre las claves del envejecimiento prematuro y del melanoma, claves escondidas en nuestro código genético y tristemente, demasiado susceptibles al factor suerte… dentro de las prevenciones que se pueden y se deben tomar. El resumen preventivo siempre alude al mismo agente dañino: la exposición a los UV, ergo al sol. Lo sabemos de sobra, pero cuando te explican los daños en profundidad y más allá de “el sol acelera el envejecimiento cutáneo”, entiendes ‘el burka’ de Madonna y que no se lo quite ni para darse un chapuzón.
El equilibrio de los genes es delicado y muta a medida que crecemos de manera natural. Envejecer es un proceso natural (como dice en mi libro gordo de Petete), pero hacerlo anticipadamente no. Puede ser, incluso, un indicador de un daño celular mayor que, con muy mala suerte, como ha insistido siempre el Dr. Lens, devenga en cáncer de piel. De ahí que cuidar la piel adecuadamente, leyendo bien los ingredientes e informándonos de qué diablos son (para eso tenemos una conexión a internet maravillosa y un criterio de consumidor bien formado) sea algo más que un tema estético.
Conviene, qué os voy a contar que no sepáis, no dejarse llevar por la mitología de algunas marcas o por el marketing. Lens se ha mojado sin despeinarse mencionando alguna muy conocida y respetada (y muy cara), aduciendo que es pura grasa sin eficacia real que se compra por una motivación humana (la esperanza en que funcione), pero sin ciencia detrás.
También ha revelado una de esas verdades incómodas: existen varias curas contra cánceres que no se llevan a la práctica porque a las farmacéuticas no les interesa. Ninguna seguridad social querría asumir los elevados costes de las mismas, así que sólo queda la opción de jugar a la Bonoloto. Por ejemplo, se puede erradicar por completo el melanoma en un 80% de los casos con una técnica desarrollada por él (Adoptiv Cell Transfer Therapy) al módico precio de 200.000 dólares por ciclo –con uno basta, menos mal-
Volviendo a lo nuestro, ha recomendado vivamente el uso de peelings por su acción de arrastre de las células muertas, manifestándose especialmente a favor de los que contienen beta y alfa-hidroxiácidos.
En el plano de la acción sobre los genes, es partidario de los procedimientos suaves y no invasivos. Un buen cosmético vía tópica antes que un proceso que puede generar radicales libres (como el láser)
Si tienes lunares, bésalos cada noche: las pieles que los poseen envejecen más lentamente y pertenecen a personas con menor tendencia a la osteoporosis (los telómeros mandan)
Su propia línea de cosmética sigue un proceso sofisticado y complejo basado en la investigación genética. Estudia el comportamiento de casi 100 genes con acciones concretas sobre el daño o la reparación celular. El resultado de sus investigaciones es un nuevo y avanzadísimo producto que se somete a diversos estudios y tests in vitro previos a la fase de comercialización.
Son productos caros pero con tecnología incontestable y francamente apetecible, de esos sobre los que revolotea un concepto que ahora mismo, ya no se afronta con la misma alegría: el de la “inversión”.