Rodeado de los suyos, su familia, sus amigos y su equipo, el peluquero Alberto Cerdán celebraba ayer, a última hora de la tarde, 40 años de profesión. El lugar elegido, la embajada francesa, un sitio fantástico, y donde, por cierto, se puede fumar, como estábamos en territorio francés, la ley del tabaco se quedó en la puerta…
Alberto Cerdán empezó a trabajar en la peluquería familiar con 12 años siguiendo la vocación tardía de su padre que, con 57 años, dejó su trabajo para aprender el oficio de peluquero. Hoy, 40 años después, tiene salones en Madrid, Barcelona, Granada, Tenerife y Las Palmas, no para de trabajar y confiesa que no ha tenido vacaciones en 30 años.
Muchos, pero sobre todo muchas, quisieron formar parte de esta celebración, por el photocall -en el que sorprendentemente no tuve que pegarme con ningún fotógrafo, sería el influjo francés- pasaron amigas y clientas del peluquero como Alejandra Jiménez, Ana Millán, Arantxa Sánchez Vicario, la ex-ministra Elena Salgado, Mónica Pont, Susana Griso o Cayetana Guillén Cuervo, que fue la maestra de ceremonias. Todas, como nos fueron contando, ponen siempre su cabeza en sus manos.
Alejandra Prat, Mar Regueras y Giselle se convirtieron en las protagonistas malvadas de un cuento y desfilaron con peinados de Alberto Cerdán y un estilismo espectacular. Recogidos muy altos, con mucho volumen, XXL, maquillajes fantasía y unos vestidos de película.
Pero ¿cuál es el secreto de su éxito? Para Cayetana Guillén Cuervo está en ‘rodearse de gente maravillosa y apostar por ellos. Si él no puede atenderte y lo hace alguien de su equipo, es como estar en sus manos’. ‘Somos fieles a él porque él tampoco nos falla’.
El propio Alberto Cerdán situaba su secreto del éxito en lo mismo que Cayetana, en el equipo que le rodea, sin los que no sería posible, ‘personas que me saben reconducir para que lo que hago, tenga sentido’. Y en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, Alberto no quiso dejar de incluir en su éxito a su mujer, porque casi siempre detrás de un hombre que triunfa en su profesión hay una gran mujer. ‘Gracias a ella, a su criterio y a su concepción de la moda hemos estado siempre al servicio de la belleza’.
Después de la tarta y el cumpleaños feliz, dejé Francia aunque me supo a poco, eché de menos la Torre Eiffel a lo lejos o una visita al Louvre, pero para que el viaje no perdiera encanto, en la puerta, cuando ya salía, un señor me dijo, ‘au revoir‘, y de repente, vuelta a la cruda realidad: estaba de nuevo en España…