La marca Lorenzo Villoresi es una de las más legendarias dentro de la historia reciente de la perfumería de autor. De hecho, y quizá para reforzar esta idea, es de las pocas que llevan el nombre del creador como estandarte de marca.
La suya es una historia de amor y vocación, de conseguir un sueño preciado, una amante por quien se ha suspirado largo tiempo…
Todo comienza en los albores de los 80, cuando Villoresi realiza su primer viaje a Oriente Medio. Su universo olfativo le fascina tanto, que comienza a elaborar artesanalmente sus primeras fragancias a medida en base a las especias y aromas recién descubiertas.
Entre tanto, estudia Filosofía Antigua y construye un pequeño taller en que desarrolla su pasión por la composición olfativa. Sus valores: artesanía, calidad, innovación, fragancias atemporales ajenas a la moda…
La carrera empresarial propiamente dicha comienza en 1990, cuando el director creativo de la Maison Fendi le encarga la primera fragancia nacida con el nombre Lorenzo Villoresi Profumi.
Tras varias importantes colaboraciones con otros personajes relevantes del mundo de la moda –como sabréis, estrechísimamente ligado al del perfume-, en 1993 nace la primera colección de Eau de Toilette, perfumes y productos de baño de Lorenzo Villoresi.
Polvos perfumados de Lorenzo Villoresi
El nombre se constituye con fuerza, siendo, aún a día de hoy, sinónimo de los valores que ha defendido desde sus inicios y que no ha perdido con el tiempo.
Con nueve fragancias monotemáticas “clásicas” y seis fragancias “de Fantasía” con sus correspondientes productos de baño, el florentino puede presumir de tener un sello propio y reconocible, basado en unas fórmulas muy estructuradas en las que predominan las notas intensas, mórbidas y envolventes, atravesando toda la pirámide olfativa.
La más reciente, Iperborea, data de noviembre de 2010 y se inspira en una flor creciendo en la nieve.
La marca Lorenzo Villoresi se ha presentado hoy mismo en BoMonde (Campoamor, 10), y se venderá en éste y otros puntos de venta selectivos de la península.
Marta 
Martina 
Chus 
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