Dicen los que tienen capacidad para remontarse unos cuantos años, que la vida “de ahora” es peor, más difícil, una cosa “mu complicá, jamía”…
No es lo que me parece cuando mi iPhone me localiza la estación de servicio más cercana, hablo por Skype con mi amiga en Shangay o veo una película antes de que se estrene –bueno, esto me han contado que se puede hacer, yo no lo he hecho jamás. De los jamases-
Otra de esas facilidades de la vida moderna, de lo más simpática, nos la localiza Skyscanner, el portal líder de búsqueda de viajes. No me puede hacer más gracia, de hecho, por algún morboso motivo, ardo en deseos de probar esta novedad que se me antoja tan Quinto Elemento…: las Sleepbox, microhoteles individuales que contienen todo lo necesario para dar cobijo a un infausto viajero que se ha quedado “toti” en el aeropuerto. ¡Me encanta!
Tienen cama, wi-fi y electricidad y sirven tanto para un ratito de asueto en el aeropuerto como para pasar una noche completa.
Ay, qué tiempo tan feliz hubiera pasado Tom Hanks en “La terminal” si hubiera contado con una Sleepbox.
De momento sólo existen en aeropuertos de Munich, París y Moscú, donde han tenido buena acogida. Espero que pronto lleguen a nuestro flamante aeropuerto madrileño y podamos probar estos cocoons para el viajero intrépido. Será cuestión de llevar a la abuela a echar la pocha en la cabina, a ver si se convence de lo que mola la era de la tecnología.