Elvira Lindo, además de una escritora de alma grande y una articulista que nos mantiene expectantes tras su Don de gentes todos los domingos en El País, es también una persona muy cercana; todavía más desde que está en Nueva York .
Transmite mucha verdad y emociones agridulces en su último libro Lo que me queda por vivir (Seix Barral), que recomiendo a todas las mujeres por su antología íntima de las emociones. Hace una biopsia biográfica que te secciona y succiona el corazón de un plumazo, a golpe de buena pluma. Dosis masivas de realidad en un encuentro con la memoria de su propia vida. Hay muchos sentimientos femeninos jodidos con los que sentirse identificada, y otras historias más divertidas. Un punto de humor superpuesto a la poesía de lo amargo le da un sabor inesperado y reflexivo. Si tuviera que elegir un sabor para definirlo, creo que sería umami, como las anchoas o el jamón de pata negra. Muy Lindo. Memorable. Me ha gustado mucho.
Empecé a leer el libro en una vuelo rumbo a México, pero cuando llevaba muy poquitas páginas me puse a llorar como una idiota. Había pensado hacerme una foto con el libro dentro del avión y mandarla a su Facebook para el video que estaban preparando, pero no pude. Y desde luego lo terminé en la más absoluta intimidad, entre sollozos, y tumbada encima de mi cama, como Dios manda. Leo poco pero cuando leo, la expeiencia se convierte en una catarsis increíble. Pero claro, eso solamente me sucede con algunos libros; contados.
Elvira es una mujer que no la ha tenido fácil, como la mayoría de los seres humanos. Pero ella pertenece a una sensible minoría que finalmente consigue hacer realidad su destino para convertirlo en su sueño favorito. Y eso le pasa por ser valiente con ella misma y amable y directa con el resto del mundo. Ahora le toca recibir bendiciones y disfrutar, una cosa que nadie debería dejar de hacer nunca. Como ella misma ha dicho, deseo que lo que me quede por vivir sean cosas bonitas y que ese cupo de momentos dolorosos haya pasado. El título de Lo que me queda por vivir se le ocurrió después de escuchar una canción de Omara Portuondo que le encajó perfectamente con lo que quería decir.
Elvira tiene una belleza interior que ensalza su expresión de cejas amables y mirada comprensiva de ida y vuelta, gestos inmaquillables que se cultivan con los argumentos de la propia vida. Aunque la lectura y la escritura seguro que han sido y son dos armas muy poderosas para abonar ese suave punto de inflexión alrededor de su mirada. Y en cuestión de belleza exterior, que también importa, ella se cuida con inteligencia, constancia, pero sin preocuparse.
¿Tu imagen es más natural que premeditada?
“No está reñida una cosa con la otra. Me gusta una elegancia sencilla y una estudiada negligencia”.
¿Sigues la moda de alguna manera?
“Por supuesto que sigo la moda. Me gusta la ropa, siempre me ha gustado”.
¿Te preocupan las arrugas y el estado de tu piel y cabello?
“Más que preocuparme, me importa. No tengo muchas arrugas todavía, pero siempre tengo un serum y una buena crema. Creo que tengo una buena piel, aunque delicada. Procuro mimarla, y el cabello también. Tomo vitaminas porque siempre tengo problemas con la vitamina asociada al cabello y las uñas”.
¿Cuando fue tu primera relación con el mundo de la estética?
“Bueno, las cremas de mi madre, claro. Cuando era muy joven no me preocupaba mucho, la verdad. Tomé mucho el sol, me olvidaba de darme crema…”
¿Utilizas alguna crema o maquillaje de forma habitual?
“No la misma marca. Me gusta cambiar. A veces compro una de farmacia que me aconsejó el dermatólogo y otras me compro una crema cara. También cambio de maquillaje”.
¿Eres fiel a algún ritual de cuidado cotidiano?
“A quitarme el maquillaje por las noches y a darme crema siempre mañana y noche. También me doy un serum cuando voy a maquillarme”.
¿Tienes alguna marca favorita: perfume, jabón, crema?
“No, voy cambiando”.
¿Haces algún tratamiento para cuidarte fuera de casa: salón de belleza, gimnasio, peluquería, masajes…?
“Gimnasio, por supuesto. Hago Pilates y a veces voy a la sala de fitness. A la peluquería voy a darme el color una vez al mes. Me gustan los masajes de shiatsu, me relajan. Y a veces me hago una limpieza”.
¿Hasta qué punto te preocupa tu aspecto físico?
“Quiero sentirme bien, llevar la ropa que me gusta, dar una imagen agradable a los demás”.
¿Te cuidas más la cara o el cuerpo?
“Las dos cosas, porque el cuerpo trato de cuidarlo con el ejercicio y controlando lo que como”.
¿Vigilas tu alimentación o plan de comidas?
“Sí, lo vigilo, aunque me gusta comer y me contengo”.
¿Has estado a dieta alguna vez?
“Sí, claro”.
¿Crees en los suplementos nutricionales o en algún alimento fetiche?
“A veces tomo vitaminas, pero no suplo la comida con tabletas nutricionales. Como mucha verdura y poca carne”.
¿Tienes alguna fijación concreta sobre tu aspecto físico?
“Sí, claro. Mantener en un peso adecuado a lo largo del tiempo. Eso es lo más importante para mí.”
¿Qué cuidados prestas a tu cabello? ¿Tienes algún peluquero de confianza?
“Sí, tengo una peluquera a la que siempre voy a cortarme el pelo y darme el color. Está en Madrid. Como paso tiempo en NY no me queda más remedio que teñirme allí pero el pelo sólo me lo corta ella”.
¿Te has planteado alguna vez pasar por un retoque quirúrgico o estético?
“Bueno, siempre he pensado que no soportaría tener papada. Las arrugas pueden tener su aquel pero la papada la encuentro horrible”.
¿Plan secreto para estar con el guapo subido?
“Dormir bien, estar tranquila, tener tiempo por delante, arreglarme para salir a cenar… La tranquilidad de ánimo es lo que me hace sentirme bien y estar más guapa. Si a eso le uno que tengo tiempo para maquillarme con cuidado y me pongo un vestido que me gusta, voy pisando fuerte. Ah, hablando de pisar: con unos zapatos bonitos, elegantes y cómodos. Y, por supuesto, un gran perfume. Me gusta oler de maravilla”.
Imágenes: Gloria Rodríguez y Esteban Cobo.