Odio ir a la peluquería. Hay quienes dicen que les relaja. Pues, a mí, todo lo contrario. Lo llevo fatal. Me resulta tremendamente tedioso. Y, además, obsesionada como estoy desde los 14 años en ser rubia platino, no os puedo ni explicar lo que me pica la cabeza con los dichosos tintes. Lo peor de todo es que son muy agresivos y me estoy quedando medio calva. Pero, no, no puedo renunciar a ser rubia. Soy rubia. Me siento rubia. Pero, a este paso, voy a acabar llevando peluca.

Una tortura total

La semana pasada tuve la oportunidad de probar Inoa, la última coloración de L´Oreal Professionnel. Evidentemente no se puede lograr un tono tan claro como con los superaclarantes que solía utilizar. Pero salí muy contenta. Con un rubio mucho más natural. Inoa no lleva amoníaco, por lo que no sufrí el temible escozor en el cuero cabelludo. Tampoco despide ese olor tan desagradable y característico de este elemento químico.

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Me lo aplicaron en un salón de Jean Louis David. Una peluquería en la que nunca había estado antes, pero me trataron como una princesa. Todo fueron atenciones y facilidades. Se esmeraron también con un tratamiento hidratante mediante la plancha de calor, que me dejó el pelo súper sedoso. Se me pasó el tiempo volando. Otras veces, al salir de la pelu, me he sentido rara, como que ésa reflejada en el espejo no era yo. Ésta fue, de las pocas veces en mi vida, que me sentí guapa y relajada al salir de la pelu.

Así que, sin duda, repetiré. La salud de mi pelo merece que la mimen.