Esta semana cambio mi personalidad y me vuelvo más perversa y trasgresora que nunca. Necesito probar cosas nuevas, que me estimulen y me alejen de caer en la depresión post-vacacional que septiembre y su vuelta a la rutina traen a mi vida.
Por ello, os voy hablar de unas prácticas sexuales muy poco usuales, pero quizá, igual de apetecibles. El BDSM, un conjunto de actividades que causan algo de espanto e impresión a simple vista, pero que quienes las practican aseguran que son juegos sanos, seguros y consensuados.
• Bondage
• Disciplina y Dominación
• Sumisión y Sadismo
• Masoquismo
¿Lo descubrimos juntos o tenéis miedo?
Entre los libros sobre el tema, Judit Iglesias, autora del libro Las leyes del deseo, comentaba en una entrevista que en la cultura de BDSM se pueden llevar a cabo dos tipos de relaciones: las de rol dominante y las de rol pasivo. Pero que, paradójicamente, las parejas que lo practican adquieren un rol igualitario que extrapolan al resto de ámbitos de su vida y poseen una importante comunicación entre ellos, mayor que la que se puede dar en parejas tradicionales cuyos roles, a veces, suelen ser menos igualitarios.
Muchas de estas prácticas, son vistas desde fuera, como desagradables, incómodas, dolorosas o humillantes. En ellas el dolor y la servidumbre se conciben como otra forma más de sentir placer, porque este no tiene límites y si en el amor y la guerra vale todo…
¿Os parece interesante? ¿Apetecible?, como mínimo curioso. A continuación haré una breve descripción de las técnicas más usadas por los aficionados a estos ‘deportes de riesgo’:
Bondage, es una práctica que implica la privación de la capacidad de movimiento. Dicha privación puede hacerse sobre una parte o sobre la totalidad del cuerpo, utilizando diversos medios: cuerdas, esposas, mordazas, generalmente, aunque también cadenas, cinta adhesiva o cualquier instrumento con el que podamos inmovilizar a la otra u otras personas.
El sadomasoquismo. Según el DSM-IV (manual de diagnóstico de los trastornos mentales) quedan diferenciados sadismo y masoquismo, ubicando ambos dentro de la categoría de “Parafílias”, y a su vez dentro de la categorización mayor de “Trastornos sexuales y de la identidad sexual”.
El masoquismo se define como fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican el hecho (real, no simulado) de ser humillado, pegado, atado o cualquier otra forma de sufrimiento.
En el sadismo, por el contrario, el sufrimiento psicológico o físico (incluyendo la humillación) de la víctima es lo que excita sexualmente al individuo que lo provoca.
El nombre de esta práctica viene marcado por el Marqués de Sade, escritor francés que pagó con la prisión su libertinaje desenfrenado, y que se convirtió en el prototipo de quienes gozan con la crueldad. Pero para él, el sexo era un elemento revolucionario. Parte de sus libros, como La filosofía en el tocador, utilizan la obscenidad y el dolor como medios para contribuir al cambio de la sociedad.
¿Os atrevéis a probarlo?