A propósito de la crónica de Rocío Ayuso publicada en el País el pasado fin de semana titulada “¿Qué me pongo?”, quería hacer una reflexión desde mi mesa de oficina.
Entre “Armanis y Oscar-es de la Renta“, la periodista hace una anticipación a las dudas de vestuario de las actrices para pasear por la alfombra roja de los Globos de Oro.
Una pasarela de glamour y lujo que no pasa desapercibida a cualquier cazador de tendencias, donde vestir a la altura supone toda una odisea.
Desde mi humilde escritorio confieso que estoy deseando vislumbrar todas las creaciones que al final todas y cada una haremos nuestras pues no pasaran desapercibidas en ningún magazine ni revista femenina. Las críticas se repetirán hasta la saciedad, sin dejar de lado esa visión inaccesible de la alfombra roja, la segunda pasarela de moda que registra lo más destacado de los diseñadores top.
¿Por qué nos encanta admirar los trajes de las protagonistas?
Quizá en esto se base de verdad lucir alta costura y al famoso “grupillo de privilegiadas”, que se encierran bajo el sobrenombre de club exclusivo, no les haga gracia. Pero a pesar que las mujeres de a pie no tenemos la suerte de contemplar un Dolce & Gabbana en primera persona, la espera es interesante y para algunas, casi un acontecimiento que se nos antoja con normalidad.
Zara es única
Menos mal que contamos con nuestro querido Zara, que posee unos “cool hunter” muy exquisitos y pronto nos harán llegar replicas moderadas más punibles y mucho más asequibles. Pero no os engañéis, hasta la mismísima Victoria Beckham o Sarah Jessica Parker se visten por la industria creada por el magnate coruñes, Amancio Ortega. Todo un hito dentro del sector democrático de la moda de baja costura, o como quieran llamarlo.
“Los grandes actores cuidan al milímetro su imagen sobre la alfombra roja” subtitula el artículo. ¡Menudo estrés! ¡Sólo para diez minutos!
Aunque nos encante admirar las posibilidades privilegiadas que les brindan los diseñadores llamando directamente a la puerta de Jodie Foster, Cate Blanchett o Julia Roberts – las tres nominadas- vestirse puede convertirse en toda una odisea si se tiene en cuenta la cantidad de críticos que van a juzgar todo su estilismo.
Digan lo que digan, en el fondo no es tan bonito. En una misma publicación pueden salir con un glamour exagerado y en la página de al lado con mala cara. Ellas también son humanas. Faltaría más!!!
Menos mal que nosotras podemos salir a comprar el pan sin tener miles de cámaras persiguiéndonos. Definitivamente, eso no lo cambio por ponerme un Dior, un Valentino o un Chanel, sólo por una noche.
Realmente, ¿envidias a las celebrities o son sólo los modelazos que llevan?