Lo mejor del sol es que estimula el buen rollo y te anima con sólo verlo brillar. Su efecto “anti-depre” está reconocido por la medicina desde tiempos de Hipócrates. Túmbate en la playa sobre la toalla y ponte las gafas de sol es importante. Aplícate el fotoprotector adecuado y entonces deja que los rayos de sol bañen tu cuerpo.
La luz del sol excita la retina y estimula las endorfinas (hormonas de la felicidad) y la serotonina, una sustancia química que el cuerpo genera cuando estas enamorada, relajada y feliz.
Tomar el sol puede constituir toda una terapia que se conoce como “helioterapia”. Entre otras propiedades, el sol relaja la musculatura, eleva la temperatura corporal y el estado de ánimo. Además es indispensable para la síntesis de vitamina D y algunos minerales, como el calcio que ayuda a fortalecer los huesos. El sol tiene un lado brillante, positivo y feliz, capaz de aportarnos calor y bienestar físico y mental. Su lado bueno tiene efectos beneficiosos sobre el humor, estimula la glándula pineal y combate el Trastorno Emotivo Estacional (TEE) asociado a la depresión y el aburrimiento invernal.
Gracias a su influencia se secretan diferentes hormonas. Sin embargo a dosis altas pone en marcha la producción incontrolada de radicales libres que reaccionan en cadena y son difíciles de detener. El bronceado no es más que la manifestación visual de un proceso de autodefensa natural protagonizado por la melanina y el capital solar personal. Recuerda primero aplicarte el facto adecuado de protección solar.
¿Hace cuanto tiempo que no revisas tus lunares con el dermatólogo?