Chupar el chupete con saliva de mamá y papá

Ese gesto natural e instintivo que padres y madres de todo el mundo repiten, de chupar el chupete de sus hijos cuando se cae al suelo no es un gesto cualquiera. Según una investigación realizada por el Hospital Infantil Reina Silvia de Gotemburgo de Suecia podría ser realmente beneficioso, reduciendo la propensión al asma en edad infantil y a padecer problemas en la piel. ¿Quien dijo que era una guarrería?

Este estudio, publicado en la revista Pediatrics apunta a que los padres que limpian el chupete de sus bebés con su propia saliva, les transmiten microbios “buenos”, lo que “puede ayudar a aumentar la diversidad bacteriana del sistema digestivo del niño y mejorar su inmunidad”.

Nada más y nada menos. Los investigadores reclutaron a una grupo de mujeres embarazadas en un hospital sueco y las siguieron, junto a sus hijos, durante más de tres años. Los 184 niños del estudio eran particularmente propensos a las alergias: el 80% tenía al menos un padre alérgico. Cuando los bebés tenían seis meses de edad, 65 padres recocieron que limpiaban el chupete de sus hijos, cuando éste se caía o estaba sucio, chupándolo ellos. El resto, la mayoría de los padres, dijeron que lavaban los chupetes con agua del grifo.

Los niños cuyos padres había chupado sus chupetes eran un 63% menos propensos a tener eczema a los 18 meses y un 88% a tener asma, comparados con los hijos de aquellos padres que no utilizaban esta técnica de limpieza. A los 36 meses, la diferencia había desparecido en el caso del asma, pero los hijos de los padres “chupadores” seguían teniendo una probabilidad de un 49% menor de tener eczema. De todas formas, los autores señalan que los resultados no prueban que el método de limpieza del chupete proteja a los niños del asma y el eczema, podrían existir otros factores implicados y otras explicaciones.

Sea como sea, si utilizas este método de limpieza cargado de sensatez cuando no hay un grifo a mano, ahora sabemos que no es perjudicial e incluso puede ser beneficioso. Eso sí, todo con sentido común, siempre y cuando tengas tu boca bien limpia y no tengas ningún catarro o infección.